A pesar de que la tradición dice que “es tiempo para pasarlo en familia”, la realidad es que en muchos casos las Navidades son momentos nostálgicos en los que no podemos estar tan unidos como nos gustaría: divorcios, familia viviendo lejos y sin la posibilidad de juntarse o fallecimiento de familiares pueden ser causas por las que estas fechas dejen de ser época de alegría y celebración para muchos. 

A raíz de la pandemia nos hemos habituado al uso de herramientas para poder comunicarnos con aquellas personas que no puedan estar con nosotros. En estas fechas tan señaladas sin duda resultan de gran ayuda, pero la situación se complica más cuando la tecnología no es una opción.

Hoy, analizamos junto a Cristina Marchena, psicóloga del gabinete Eraiki, la mejor manera de afrontar estas situaciones y nos da algunos consejos para hacer las Navidades “diferentes” más llevaderas. 

¿Cómo afrontar la Navidad con niños cuando los progenitores están separados?

Las Navidades son una época importante y hay que intentar gestionarlas bien para intentar que el niño las viva de manera alegre y con ilusión. Algo esencial es seguir con las pequeñas tradiciones que haya en la familia (colocar el árbol, el nacimiento…) y que esas tradiciones se sigan en ambas casas. 

Muchas veces nos olvidamos de sus necesidades y nos centramos mucho en lo que nosotros queremos. Por ello es esencial la comunicación entre los progenitores y llegar a acuerdos que alineados con el resto de intereses de ambos núcleos familiares, favorezcan igualmente al niño. 

Es muy importante intentar que pasen tanto tiempo con la madre como con el padre, y que cuando llegue el momento del cambio de convivencia con el otro progenitor, animarle a que disfrute y evitar mostrar la tristeza que puede suponer que este cambio para el progenitor que deja al niño/a. Manifestar pesar o tristeza genera sin lugar a dudas en el niño, angustia y malestar e incluso sensación de abandonar a la madre o padre.

Por último, es recomendable que el niño conozca con antelación con quién va a pasar cada una de las fechas, para que se vaya preparando y para que los progenitores podamos verbalizarle mensajes positivos ante esos cambios.

¿Cómo gestionar ausencias en la mesa de Navidad?

¿Deben hacer un esfuerzo las partes y pasar las fiestas juntos? ¿Qué hacemos con los regalos implícitos de estas fechas?

No es lo más recomendable cambiar los hábitos de convivencia del resto del año, ya que la separación hay que normalizarla y si no se producen reuniones comunes entre el antiguo núcleo familiar el resto del año, no tiene lógica que se produzcan en Navidad. Los niños suelen tener la ilusión de que sus padres tarde o temprano se acabarán reconciliando, pero es necesario que comprendan que esto puede no producirse y evitando hacer excepciones como estar juntos en fechas tan significativas, puede ser más sencillo que el niño/a naturalice y normalice la separación de sus padres como un hecho permanente y que no tiene porque tener una vuelta atrás.

En cuanto a los regalos, la recomendación es la mesura y la equidad. No por ofrecer mejores o más cantidad de regalos, el niño/a nos tendrá más cariño. Yo siempre recomiendo en este caso un acuerdo previo entre progenitores con un reparto equitativo de regalos entre ambos. La relación con nuestros hijos debe pretender lograr éxitos emocionales y no éxitos materialistas. Por último, en el caso que en las nuevas unidades convivenciales convivan también niños de otras relaciones previas, igualmente deber haber equidad en los regalos de todos ellos y que no se puedan generar sentimientos de desigualdad.

¿Cómo gestionar ausencias en la mesa de Navidad?

¿Cómo enfocar estas fechas cuando los progenitores rehacen su vida sentimental con otras parejas?

A pesar de que los padres/madres normalmente dejan pasar un tiempo prudencial para comenzar una nueva relación con otras personas, debemos entender que el ritmo de adaptación de nuestros hijos es diferente al de los adultos y hay que superar el periodo de duelo tras la separación. También hay que hablarles con sinceridad, pero dejando claro que la nueva pareja no viene a sustituir al otro progenitor. Es recomendable planificar seguir pasando tiempo a solas con los hijos/as para que vean que, aunque hay ciertos tiempo de nueva convivencia compartida con nuevas parejas, la relación de confianza y privacidad entre padres e hijos previa a esta nueva convivencia sigue vigente igual que siempre.

En el caso de familiares fallecidos recientemente, ¿cómo nos recomiendas abordar la situación, especialmente de cara a los niños?

Tanto para los adultos como para los niños, enfrentarse a estas fechas con la ausencia de ese ser querido que haya fallecido es muy difícil, ya que son fechas en las que las emociones y los recuerdos se intensifican. 

Normalmente a partir de los seis años los niños comprenden que la muerte es para siempre y esto trae consigo sentimientos de rabia y sensación de abandono. Además, hay otras reacciones que son habituales como: la negación, pena, tristeza, ira, sentimiento de culpa, ansiedad…

Lo que necesitan es contar con información clara, normalizar sus vidas y mantener sus rutinas, contar con un ambiente abierto a la expresión de emociones, poder formar parte de los rituales de despedida y ayudarles a mantener una conexión simbólica con el ser querido aferrándose a recuerdos significativos.

Hay que intentar normalizar las ausencias temporales o permanentes, favoreciendo un ambiente abierto a la expresión de emociones, llorar si hay que llorar y reírse y disfrutar de la compañía que tengamos cuando proceda sobre todo si hay niños/as

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