Aunque existan restricciones para emplearlas fruto de la pandemia, acaba de empezar la época de las piscinas. El ejercicio acuático es una actividad física completa con cuatro vertientes: aeróbico, fuerza, resistencia y flexibilidad. Es importante por su menor riesgo lesional, debido al bajo impacto articular que implica y la suavidad en la ejecución los movimientos. Además, el ejercicio acuático posibilita un aumento del gasto calórico para el control de los factores de riesgo cardiovascular, mejorando de forma paralela la dinámica cardiorrespiratoria. "Sin olvidar su implicación en el sistema neuronal de forma completa, contribuyendo a la mejoría de la cognición y relajación reduciendo el estrés", según asegura en una entrevista con Infosalus el doctor Pablo Berenguel Martínez, miembro del Grupo de Medicina Deportiva y Aparato Locomotor de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), y trabajador en el Hospital Vithas Almería.

Mientras, el doctor Juan Jurado Moreno, responsable del Grupo de Trabajo de Dermatología de la SEMG advierte de que es muy importante que todas las personas que se dispongan a disfrutar del baño en una piscina conozcan los riesgos más frecuentes respecto a las posibles enfermedades que podemos adquirir al bañarnos.

"El conocer las garantías de mantenimiento del agua y del entorno de la piscina, perfectamente normalizado en nuestro país, es actuar en la prevención de dichas enfermedades. Las enfermedades que habitualmente podremos sufrir al bañarnos en una piscina pueden ser causadas por gérmenes y sustancias químicas que se encuentran en el agua (por contacto, tragar agua, respirar vapores/aerosoles)", señala.

Mientras, Marta Martínez del Valle, responsable del Grupo de Urgencias y Emergencias de SEMG ve necesario no olvidar el riesgo de ahogamiento, especialmente en niños entre 2 y 5 años, en los que tan solo con 20 centímetros de agua se puede producir este suceso.

"Generalmente estos se producen en zonas sin vigilancia o en circunstancias donde no existe una correcta supervisión de los menores. De ahí la importancia de la prevención, especialmente en este grupo de edad. También debemos recordar que deben evitarse las zambullidas de cabeza, especialmente en zonas donde la profundidad no es suficiente o se desconoce, por el riesgo de presentar lesiones medulares", agrega.

LAS 5 ENFERMEDADES FRECUENTES EN UNA PISCINA

Con todo ello, el doctor Jurado enumera las 5 afecciones más frecuentes que podemos adquirir en una piscina:

Trastornos diarreicos: Es la enfermedad más frecuente en este entorno. Se debe a la existencia de gérmenes que pueden resistir perfectamente a la cloración del agua. Suelen padecerlas los niños, embarazadas, o las personas con su sistema inmunitario bajo. La transmisión de consignas preventivas basadas en la higiene personal y en un comportamiento saludables en las piscinas, disminuyen su frecuencia.

Dermatitis: Son procesos inflamatorios de la piel que aparecen después del baño, sobre todo si éste ha durado demasiado tiempo. Puede manifestarse en forma de ronchas o de habones muy pruriginosos, erupciones generalizadas, o lesiones ampollosas o purulentas a nivel de los folículos ('foliculitis del jacuzzi'). Son lesiones que, por lo general, son autoresolutivas, precisando tratamiento en sólo algunos casos persistentes. Recomendar duchas antes y después del baño, la retirada inmediata del bañador húmedo, y secando bien la piel.

Infecciones de oído: Se suele producir otitis externas, consecuencia de mantener un ambiente muy húmedo en el conducto auditivo, siendo esto propicio para contaminarse con gérmenes. Se manifiesta por picor o dolor referido al oído, y que aumenta al presionar sobre la oreja, e incluso a veces pueden llegar a supurar. Para prevenirlas, se aconseja el uso de gorros o tapones estancos, sobre todo en pacientes con alguna patología del oído previa, e intentar vaciar el contenido de agua de la piscina del conducto del oído, con maniobras inclinando la cabeza. No se deben introducir bastoncillos u otros objetos en el mismo.

Irritaciones respiratorias o irritaciones oculares: Generalmente se deben a la formación de cloraminas que, al evaporarse, provocan irritación de mucosas (respiratorias, nasales, oculares). Ocurren más frecuentemente en piscinas cubiertas y con excesiva contaminación (orina, heces, sudor, productos de higiene personal). Puede estar hablando de un mal mantenimiento de la piscina (el olor excesivo a cloro del agua nos habla de su formación).

Otras infecciones cutáneas, recordando que muchas se podrían prevenir utilizando chancletas sólo para la piscina y secándose bien los pies antes de calzarse:

-El 'pie de atleta' es una infección por hongos que afecta a los espacios entre dedos de los pies. Suele producirse por andar descalzos en suelos húmedos y contaminados. Se produce una maceración con inflamación y formación de grietas dolorosas, que requerirán una higiene especial y un tratamiento.

-El molusco contagioso. Se caracteriza por lesiones sobreelevadas blanquecinas múltiples en tronco y extremidades, muy contagiosas, producidas por un tipo de virus. Requerirán tratamiento especializado para su solución.

-Verrugas comunes víricas, también conocidas como 'papilomas plantares'. Son lesiones verrugosas de origen vírico, que se adquieren por andar descalzos. Son muy duraderas y molestas. Requerirán tratamiento específico.

Entre otras recomendaciones recuerda la necesidad de respetar el entorno y las recomendaciones emitidas por los responsables del mantenimiento y seguridad de las piscinas; aparte de no olvidarse de la protección solar, sobre todo en niños o personas con mayor riesgo de daño solar (fototipos claros, personas con tratamientos fotosensibilizantes).

Asimismo, los especialistas de SEMG hacen hincapié en la necesidad de vigilar de forma constante a los niños en el entorno de una piscina. De hecho, en relación a la prevención de los ahogamientos la doctora Martínez del Valle aconseja:

- Respetar las normas de baño y señales de peligro en los espacios acuáticos.

- Presencia de barreras físicas de aislamiento en piscinas.

- Vigilancia de los menores en todo momento por parte de un adulto.

- El rescate debe realizarse con seguridad evitando poner en peligro la vida del propio rescatador.

- Servicios de socorrismo con dotación material y formación para realizar reanimación cardiopulmonar básica y utilizar un desfibrilador automatizado (DEA).