- “Atenazados” por un “miedo atroz a mover cualquier papel” que desvele las vergüenzas y pueda “remover los poderes profundos de la Administración”. Así lamentó ver al Gabinete Sánchez el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, que ayer tomó por bandera el “emblemático” caso del asesinato de Mikel Zabalza para denunciar que los ejecutivos españoles se opongan sistemáticamente a arrojar luz sobre este caso “y tantas cosas”, entre las que citó lo sucedido por ejemplo en el bar Aldana.

A Mikel Zabalza le llegó la muerte en 1985 como “resultado de prácticas de tortura con posterior desaparición”, según alumbró recientemente el dictamen de la Comisión de Valoración de las solicitudes de reconocimiento presentadas en el marco de la conocida como ley vasca de abusos policiales entre 1978 y 1999, cuyos miembros reconocieron de manera unánime su condición de víctima frente a unas instituciones estatales que no han arrojado en estos casi 30 años ningún dato que fuera más allá del relato de la Guardia Civil, empeñado en sostener que era miembro de ETA y que se ahogó al tratar de darse a la fuga. Respecto a las cuatro vidas que segó una bomba en el bar Aldana, la situación no es diferente. Y aunque figuras políticas como la de el portavoz de Interior del Grupo Vasco en el Congreso, Mikel Legarda, hayan insistido en preguntar “¿quién puso la bomba?” frente al establecimiento regentado por una conocida militante jeltzale, la respuesta ha sido siempre el silencio.

Incluso después de que una figura tan relevante en este caso como la del excomisario José Amedo, condenado a 120 años de cárcel por actos de terrorismo de Estado, revelara tajante a este respecto: “Después de las primeras informaciones que yo había aportado, fue el entonces jefe superior de Policía quien me ordenó que paralizase las investigaciones. Desde Madrid le habían sugerido que no se diese más publicidad a aquello”.

Cuestionado sobre el papel que el PP está permitiendo jugar a Vox al integrarlo por primera vez en un Ejecutivo gracias al pacto que ha hecho a Alfonso Fernández Mañueco presidente de Castilla y León, Esteban se mostró igual de tajante: “es una auténtica barbaridad”, ya que supone “dar legitimidad” al discurso de la ultraderecha. “Es un peligro en términos democráticos porque se legitiman ideas antidemocráticas y antisistema”, teniendo en cuenta que el partido que dirige Santiago Abascal ha dicho “claramente” que pretende “cargarse las autonomías” y también “ilegalizar una serie de partidos”, citó. Y en este sentido interpretó el recorrido que puede tener el aire fresco del que se trata de acompañar la llegada de Alberto Núñez Feijóo a la dirección del Partido Popular. Cree que lo sucedido “dice muy poco o quizá mucho” del nuevo liderazgo que ejercerá.

Ante un escenario preelectoral en el que dijo no descartar que Pedro Sánchez pueda adelantar las elecciones generales si viera “un momento electoral óptimo o cualquier excusa” para beneficiarse de una ruptura con un Podemos en constante “tensión”, Esteban quiso subrayar que el nuevo líder de los populares se retratará con la respuesta que dé ante el escenario de pactos. “Entonces se verá quién es el auténtico Feijóo, qué trae y lo que representa”, zanjó.

Preguntado por si echa en falta mayor contundencia de EH Bildu en contra de Rusia tras la invasión de Ucrania, dijo que “el mundo de la izquierda abertzale está volcado con Putin”, y que tiene una actitud “anti OTAN” obsesiva. Se refería a lo que “destilan” algunos portavoces cercanos a la izquierda abertzale en las redes sociales, que a su juicio es una posición más bien cercana a Rusia. “Veo que tienen dificultades para explicar y contradicciones”, lamentó.

Coser el partido. El presidente de la Xunta y candidato único a la presidencia del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, siguió ayer alimentando su imagen centrista al defender un PP “autonomista” que “proteja la diversidad de España y el conjunto de lenguas del país”. En un acto con simpatizantes celebrado en Palma, a donde este fin de semana se trasladó para participar en la Conferencia de Presidentes, Feijóo reiteró su intención de “unir España”. “Un gallego viene bien, hacedme caso”, bromeó ante los suyos, antes de comprometerse a trabajar para conseguir apoyos para coser el partido a nivel interno: “Si no unimos el partido, mal podemos pedir la unión de los ciudadanos”, concluyó.