- Ángel Viñas (Madrid, 1941) es un historiador que acaba de cumplir 80 años con nuevo ensayo bajo el brazo, El gran error de la República, que lleva por subtítulo Entre el ruido de sables y la ineficacia del Gobierno, y está editado por Crítica, donde analiza “el fracaso gubernamental a la hora de decapitar una conjura amparada por la Italia fascista”, al no creer que habría una “explosión general” en el ejército y no advertir que en casi todas las guarniciones había elementos conspirativos.
Viñas está al pie del cañón. Piensa que un historiador no se retira “hasta que fallece o hasta que ya no puede trabajar y la salud te deja gagá”. En estos momentos maneja tres nuevos proyectos. Dos libros suyos y otro en común con otros historiadores que espaciará en los próximos años, comenzando por 2022.
Ha escrito mucho sobre la República. ¿Por qué ahora este enfoque?
-En el año 2012, cuando varios colegas y yo mismo abordamos Los mitos del 18 de julio, un libro que se agotó y que está de nuevo en el mercado, me encargaron un capítulo sobre las conexiones internacionales del golpe, porque mi primer libro, publicado en 1974, se titulaba La Alemania nazi y el 18 de julio. Al hacer una nueva investigación, encontré una mención de una historiadora, Mercedes Cabrera, sobre unos contratos con Italia. Yo vivo en Bruselas, me fui a Madrid, vi los archivos y me encontré con cuatro contratos firmados por Pedro Sainz Rodríguez, un conspirador monárquico muy amigo de José Calvo Sotelo, con una empresa italiana de aviación para el suministro de aviones de guerra, bombarderos, cazas e hidroaviones. Contratos firmados el 1 de julio de 1936. Suministros muy importantes, con todas las piezas de cambio. Después de terminar varios trabajos que tenía entre manos, me dediqué a ver qué había detrás de los contratos. Toda una historia de conspiración monárquica y carlista, que habían firmado un acuerdo con los italianos el 31 de marzo de 1934. Pero todo el mundo había dicho que aquel acuerdo no había tenido efectos. Hace dos años publiqué otro libro, que tuvo mucho éxito, ¿Quién quiso la guerra civil?, donde describí la conspiración, que tenía la ayuda fascista. Italia era una potencia imperialista entonces, no un país de chicha y nabo. Y me pregunté por qué no la paró la República, que tuvo indicios de por dónde iban los tiros. Me puse a investigar, y esta es la consecuencia, con nueva documentación.
¿Faltaron servicios de inteligencia?
-No, pero la jefatura de esos servicios probablemente estaba del lado de los conspiradores. Así de simple. Y luego porque a los miembros del Gobierno republicano les engañaron como a chinos. Creo que también tenían una política ineficaz, basada en supuestos que no eran realistas. De ahí el subtítulo del libro.
¿En qué sentido ineficiente?
-Porque pensaban que bastaría con las medidas de precaución que habían tomado, que eran muchas ante los rumores de golpe, pero no bastaron.
¿Había entonces un Estado profundo, un deep state golpista?
-No, no, porque los que querían dar un golpe poco más o menos lo insinuaban públicamente.
Pero en el ejército y en el sistema de seguridad sí anidaba el golpismo.
-Claro, las actividades subversivas del ejército no salían a la luz, pero los servicios de inteligencia militar sí las conocían, y se han conservado muchos restos de lo que conocían. Gracias a ellos he podido yo escribir el libro. Son papeles desclasificados no hace muchos años, y prácticamente no los había visto ningún historiador en profundidad.
Apunta a que el presidente de la República, Alcalá-Zamora, recibió una amenaza golpista de Goded.
-Esto está escrito en unas memorias publicadas al final del franquismo, y ha pasado inadvertido. Y era verdad. Don Niceto Alcalá-Zamora ha salido por la historia un poco de rositas, o le han hecho salir así. Y al mismo tiempo más o menos, don Antonio Goicoechea, el número dos de Calvo Sotelo, le dice lo mismo a Mussolini, en octubre del 35. A los italianos les llevan tiempo pidiendo dinero, y los italianos se lo siguen dando. Y Goicoechea le dice que como las izquierdas ganen las próximas elecciones, se sublevan. Goicoechea se lo enuncia a Mussolini. Goded a Alcalá Zamora, las izquierdas ganan las elecciones de febrero de 1936, y se sublevan.
La República llegó poco después de la dictadura de Primo de Rivera, se inició con el exilio de un rey, vino el golpe de Sanjurjo, se creó la Falange en el 33...
-Lo que faltaba era una línea directriz que vertebrara en torno a un eje todos esos hechos que señala y que ocurrieron.
Hábleme del papel de los monárquicos.
-Los monárquicos se han ido de rositas. El acuerdo que firmaron con los carlistas y Mussolini tuvo efectos inmediatos. Bajo la dirección de los monárquicos se empezó a diseminar en el ejército llamadas a la subversión antes de Asturias. Hay gente que dice que la revolución de Asturias es un antecedente de la Guerra Civil. Eso es una chorrada como un pino. También sin Asturias hubiera habido guerra civil, o por lo menos hubiera habido conspiración.
¿En estos movimientos conspirativos monárquicos, qué papel jugaba Alfonso XIII ?
-Hubiera tenido que ser absolutamente idiota, ciego y sordo para no enterarse.
Eso es mucho pensar, cuando le iba en ello su vuelta al trono.
-Claro, la conspiración era para restaurar la monarquía. ¿Se puede pensar que al exrey en el exilio no le dijera nada? Hombre, teóricamente es posible. Pero es muy difícil de creer. Probablemente, no lo sé, no le tendrían informado de los pasitos técnicos, pero la finalidad era obvia. Los monárquicos estaban divididos, entre los carlistas y los alfonsinos por un lado, y los alfonsinos a su vez entre la figura de Alfonso XIII y otros en la de don Juan de Borbón.
Dice que los dirigentes republicanos de izquierdas fueron engañados. También se engañó al final a los monárquicos.
-La conspiración estuvo montada con la ayuda italiana para restaurar la monarquía después de un cierto periodo de directorio militar y civil, un poco como en la dictadura de Primo de Rivera. Con una importantísima cualificación: sería un régimen de directorio fascistizado. Pues eso era lo que interesaba a Mussolini. Ahora bien, pasa que a Calvo Sotelo, cabeza civil del golpe por así decirlo, le pegan dos tiros el 13 de julio del 36, y el 20 de julio el teniente general Sanjurjo, cabeza militar del golpe, se mata en un accidente de aviación. En ese hueco se mete Franco.
¿La dispersión de mandos militares fue uno de los movimientos más cándidos, teniendo en cuenta, por ejemplo que a Mola se le destinó a Pamplona y que la comunicación se mantuvo?
-Lo de Mola es realmente inexplicable. Le hicieron tres inspecciones estando en Pamplona. En primer lugar fue a verle el general Pedro Lacerda, que no es que fuera un genio. Era al parecer bastante pintoresco, se paseaba por el bosque en pelotas, el ayudante tenía que ir con él para que no llamara la atención a los pobres excursionistas. Luego le hicieron una segunda inspección con otro militar, y ya por fin mandaron a Batet, a quien Mola le da su palabra de honor de que no se iba a sublevar. Anécdotas que demuestran que en Madrid, en el Ministerio de la Guerra había dudas sobre la lealtad de Mola. Hacia mitad de junio, cuando Mola ya estaba lanzado como jefe de Estado Mayor de Sanjurjo, en Madrid se piensa que hay que quitar a Mola, pero no se le quita. Y tampoco se disminuye la guarnición de Pamplona. El Gobierno hizo una estupidez con Pamplona, pero no fue la única. Fue mucho más grave lo que pasó en Granada, que fue de alucine. El gobernador civil mandó telegramas e informes, llamó por teléfono al Ministerio de Gobernación y al Ministerio de la Guerra advirtiendo que la guarnición estaba soliviantada. Así estuvo tres meses. Y no le hicieron ni caso, y el 24 de junio dimite. Tres semanas más tarde, golpe en Granada. O el caso de La Coruña, lo mismo, el gobernador que es amigo de Azaña y de Casares Quiroga... Ni caso.
Sobre Azaña, protagonista clave. ¿En qué medida lo sucedido en Casas Viejas en 1933 explica las contradicciones de su figura?
-Azaña fue presidente del Gobierno en el primer bienio y ministro de la Guerra, hace las reformas militares, muy discutidas, pero bien orientadas. Cree conocer a los militares, como ministro lidiaba con ellos todos los días. La derecha le trata de endilgar la responsabilidad por la represión. Esto sabemos hoy que no es cierto. Fue un hombre criticado por la derecha desde el primer momento.
Era presidente cuando Casas Viejas.
-Sí, por supuesto. Hubo tres revueltas anarquistas en el primer bienio. Todas ellas, que han generado una cantidad de tinta impresionante, nunca representaron un peligro existencial para la República. El Gobierno las aplastó. Punto.
Las aplastó, pero dice que no fue responsable.
-Hombre, era presidente del Gobierno, naturalmente que toma medidas, aplasta también la sublevación de Sanjurjo. Azaña es un republicano de pro que defiende el sistema. Claro, lo defiende, contra sus enemigos. ¿Y quiénes son los enemigos en el primer bienio? ¿Quiénes se levantan en armas entonces contra el régimen? Generalmente los anarquistas. Y se les aplasta. Y los anarquistas tienen mucha manía a Azaña, por supuesto. Cuando la República entra en el bienio radical-cedista, el Gobierno aplasta también los asaltos contra el orden constituido, en Cataluña, en Asturias, en algunas ciudades... El peligro existencial para la República es la conspiración monárquica, militar y fascista. Y ante ese peligro existencial, la República se equivoca. Los gobiernos de la primavera de 1936 se dejan engañar y adormecer. Creen que los dispositivos que tienen en marcha son suficientes. No se dan cuenta que contra una sublevación del ejército poco se podía hacer. ¿Qué hubieran debido hacer? Esa es la pregunta del millón.
¿Y entonces, a su juicio, qué representa Azaña en estos años?
-Manuel Azaña representa la república reformista en el primer bienio, un perseguido político y muy capitidisminuido en la República de centroderecha, y de nuevo presidente del Gobierno en la República de la primavera de 1936. Azaña falla en esa primavera, no antes. Pero no solamente falla él. Azaña en esa primavera tiene dos papeles. De febrero a mayo es presidente del Gobierno, y de mayo en adelante es presidente de la República y a partir de ahí su capacidad operativa y de toma de decisiones es limitada. ¿Quién tuvo la capacidad decisoria entonces? El presidente del Gobierno, que es Santiago Casares Quiroga, encima ministro de la Guerra. El fallo, para mí, con gran diferencia, es suyo. Y también el de los ministros de Gobernación, que tenían la responsabilidad directamente de la seguridad interior. Se dice que el pobre Casares Quiroga no hacía nada sin el beneplácito de Azaña. Bueno, yo no he visto que eso fuera así. Son rumores, porque el papel de Azaña en la primavera del 36 no es glorioso, y se hace muchas enemistades. Pero él es un señor que pasa a la presidencia de la República sin capacidad ejecutiva. Y durante toda la Guerra Civil no la tiene, porque en los términos de la Constitución española de 1931 no es un puesto ejecutivo.
Afirma que los sublevados enarbolaron el riesgo del comunismo por encima de la unidad de España o de la cuestión religiosa.
-Absolutamente. La subversión en el ejército se orienta mayoritariamente por la absurda preeminencia de que los comunistas se iban a sublevar. Todo eso era mentira, por supuesto. Bueno, mire, estamos en precampaña electoral en Madrid. ¿Cuál es uno de los eslóganes que se manejan por parte de la señora presidenta de la Comunidad de Madrid? Socialismo o libertad. Que me digan en la España de 2021 dónde está el socialismo entendido como el de la Unión Soviética, porque evidentemente hay un Partido Socialista que está en el Gobierno, que está en la ley, y que tiene una trayectoria muy respetable en términos de gobernanza del país después de la Transición.
¿Muy diferente del de la República?
-Completamente distinto, pero es que las circunstancias no son iguales, no tienen nada que ver. Lo único similar es la impudicia de la derecha por esgrimir argumentos que son histórica y políticamente absurdos. Lo eran en el año 36, lo son en el año 2021. Pero para grandes masas de los políticos del PP, y no hablemos de Vox, la Historia es simplemente un juguete con el que se manipula a efectos dialécticos para conseguir efectos políticos.
¿Ha seguido la Historia que se enseña en los colegios?
-Bueno, yo no he dado nunca clases en los colegios, pero la he seguido más o menos y tengo amigos que son profesores de enseñanza secundaria que me cuentan. Siempre he dicho que España no ha sabido ajustar cuentas con su pasado, y eso se manifiesta esencialmente en la dejación hecha de la confrontación con este pasado en términos del sistema de enseñanza público. Nunca lo hicieron los franceses, no lo han hecho los alemanes, no lo hacen los belgas, pero lo hacemos los españoles, chico. España es diferente. En España no se ha logrado introducir una visión no voy a decir objetiva, pero históricamente fundada, de lo que es el pasado desde el año 1931 en adelante. La República, la Guerra Civil y el franquismo obviamente no son temas tabúes, pero el tratamiento que se da a este largo periodo de la vida política, social y económica española es muy superficial y elude los puntos conflictivos. ¿Si a una Historia conflictiva eludes los puntos conflictivos qué dejas?
¿En qué medida la Historia sirve para una construcción o reconstrucción democrática?
-Es fundamental, porque no hay sociedad que puede hacer tabla rasa sobre su pasado. No la hay, no existe. El pasado ha pasado, el pasado no tiene existencia, pero influye sobre el presente y sobre el futuro. Una sociedad no puede prescindir de su pasado. Como nosotros no podemos prescindir de nuestros padres. De alguna manera estamos vinculados a ellos.
“Alfonso XIII hubiera tenido que ser absolutamente idiota, ciego y sordo para no enterarse de la conspiración”
“A Mola le hicieron tres inspecciones estando en Pamplona, pero ni se le quitó ni tampoco se disminuyó la guarnición”
“En España no se ha logrado introducir una visión históricamente fundada del pasado, desde el año 1931 en adelante”
“Hay gente que dice que la revolución de Asturias es un antecedente de la Guerra Civil, eso es una chorrada como un pino”