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bilbao - La nueva política impone ritmos vertiginosos, ascensos y caídas a una velocidad inusitada y una cierta inestabilidad en las formaciones menos bregadas. Solo así se explica la repentina dimisión de Lander Martínez (Gasteiz, 1989) tras perder una sola votación, en la que sin embargo ha visto cuestionada toda su estrategia y su labor al frente de la federación vasca de Podemos.

Tras lo ocurrido ayer, la carrera política del joven líder morado afronta ahora un stand by que era difícil de prever hace pocas semanas, cuando llevó al grupo parlamentario de Elkarrekin Podemos a una posición central en el tablero de la política vasca con su apoyo imprescindible al proyecto presupuestario del Gobierno Vasco para 2020, un acuerdo que le acarreó críticas por la izquierda, pero con el que culminó su apuesta por convertir a Podemos en un partido útil para la gobernabilidad en Euskadi.

Ahora sin embargo, la estrategia de Martínez ha pasado del todo a la nada al no ser avalada por la militancia en la votación definitiva. Su dimisión es la tercera en menos de cuatro años de un secretario general de Podemos Euskadi, un partido que está mostrando dificultades a la hora de afianzarse territorialmente, a pesar de haber sido capaz de ganar elecciones.

Martínez parecía destinado a ser ese líder de largo recorrido que finalmente estabilizaría la formación en la CAV, proyecto que ahora ha visto cortado en seco, tras poco más de dos años al frente de la secretaría general, a la que llegó avalado por su trabajo en el Parlamento Vasco.

Cercano en un principio a las tesis de Iñigo Errejón, alcanzó la portavocía parlamentaria tras la caída en desgracia de la candidata a lehendakari en 2016, Pili Zabala. Previamente, había sido asesor de los concejales de Podemos en el Ayuntamiento de Bilbao, municipio en el que fue uno de los primeros impulsores de la formación morada en 2014.

Pese a su dimisión, su juventud le concede margen para futuros cometidos en política.