¿La actitud de la izquierda abertzale tras el derrumbe de Zaldibar y la campaña contra los batzokis complican la colaboración tras las elecciones autonómicas?
-No me corresponde a mí decirlo. Es una relación entre los partidos. Yo conozco la dinámica en el Parlamento, y estoy escuchando cosas desde la llamada izquierda abertzale que en nada conducen a un entendimiento con el PNV. Hay un plano previo en los fundamentos éticos a la hora de hacer política que no tienen solamente que ver con esta situación, sino en general con el ejercicio de la política, que creo que condicionan mucho la relación. Yo no pongo vetos, no pongo líneas rojas. Esa ha sido mi manera de actuar, pero sí creo que a la hora de tener la posibilidad de trabajar colaborativamente hay que mirar los fundamentos éticos de aquellos con quienes quiero trabajar.
Desde el PSE, Mendia ha dicho que la izquierda abertzale tiene que admitir que matar estuvo mal antes de colaborar de forma estrecha. ¿Se refiere usted a lo mismo?
-Yo creo que hay un déficit evidente. Llama la atención que quienes reivindican o exigen determinados pronunciamientos ante violaciones por causa de terrorismo o violencia en otros ámbitos no propios de Euskadi, y no me refiero a la violencia machista, sin embargo sigan sin hacer un ejercicio autocrítico de su propio pasado reconociendo el daño injusto causado.
¿La huelga general de ELA y LAB es parte de la misma estrategia para arrebatar la hegemonía al PNV?
-Es tan obvio como decir que son los propios representantes de uno u otro sindicato quienes se autocalifican como contrapoder. Han utilizado otras cuestiones como parte de la red concertada, la huelga del metal en Bizkaia o la de residencias en Gipuzkoa como caldo de cultivo para justificar una convocatoria de huelga que curiosamente tenía como objetivo de reivindicación unas pensiones dignas de las que el Gobierno Vasco no es competente. Todos somos mayorcitos para ver si confluyen determinados agentes llamados sociales con formaciones políticas.
Desde que convocó el adelanto, la oposición ha puesto el foco en la escasa producción legislativa. ¿Es un fracaso del Gobierno Vasco por no haber podido pactar?
-Creo que hemos negociado y hemos tenido flexibilidad en la aprobación de tres Presupuestos y en proyectos de ley. Pero entiendo que hay una táctica dilatoria de los grupos parlamentarios. De manera lícita, utilizan la ampliación de plazos, petición de más comparecencias... Es curioso cómo hemos aprobado en Consejo de Gobierno el proyecto de ley de modificación de Ley de Igualdad tras un extenso calendario de proceso participativo con todos los colectivos. Pero se plantea que, cuando llegue al Parlamento, hay que abrir otro proceso participativo. Si después de las elecciones hay un gobierno que cuente con una mayoría absoluta y quiera retomar los proyectos de ley, hemos dejado una base más que suficiente para que, si hay mayoría absoluta para las formaciones que conformen el Gobierno, sea una legislatura mucho más productiva que hasta ahora.
¿La mayoría con el PSE es una alianza que quiere preservar por ser un pacto de abertzales y no abertzales?
-En el Gobierno de coalición PNV-PSE hemos funcionado al unísono. Hemos compartido un programa, no ha habido discrepancias más allá de las lógicas por las posiciones ideológicas de cada uno, pero se han resuelto en base al cumplimiento del programa del gobierno. Las elecciones dirán. Tiene que ver también con una interpretación de una vía de autogobierno que contemple a la sociedad vasca desde su realidad diversa, plural, que pueda sustanciarse en un acuerdo amplio aquí, en Euskadi, que tenga recorrido, viabilidad institucional, y que pueda suponer también un pacto a nivel de Estado español.
¿Le parecen más valiosos el pacto entre los juristas del PNV, PSE y Elkarrekin Podemos que el acuerdo que había entre el PNV y EH Bildu?
-Agradezco el trabajo a las cinco personas, pero hay una propuesta suficientemente consensuada por parte de tres expertos que han debatido durante mucho tiempo, y me siento reconocido en la propuesta.
El PSE no va a firmar ningún texto que incluya el derecho a decidir. Para usted, ¿es irrenunciable?
-Yo soy nacionalista, creo en el ejercicio de decisión, pero en base al acuerdo previamente adoptado en el Parlamento Vasco, y que sea sometido a consideración de la ciudadanía. Es un principio democrático y he abogado siempre por conjugar el principio de legalidad con el principio democrático. Creo que es posible.
¿El PSE se ha movido o se enroca?
-Tengo la esperanza de que el PSE sea consciente del planteamiento posibilista que otros partidos como PNV o Podemos están haciendo.
Si repite en la próxima legislatura, ¿se va a implicar de una manera más activa en este debate, que va coleando en distintas legislaturas y nunca acaba de culminar?
-Yo planteé un acuerdo amplio en el Parlamento. A pesar de que nos hemos ofrecido como Gobierno al Parlamento por si quisiera asignar al lehendakari otra labor, soy consciente de la estigmatización de planes de fulanito o de menganito. No estamos hablando de planes personales, sino de compromisos colectivos.
Si hiciera falta un tercer socio en el Gobierno, ¿sería Podemos para estar en sintonía con las alianzas en Madrid o Nafarroa?
-No pongamos el carro por delante de los bueyes. Que la ciudadanía vote.
¿Por qué rechazó la oferta de Lander Martínez para evitar el adelanto electoral? ¿No se la creyó?
-Valoré que las elecciones sean cuanto antes, reducir las polémicas que no lleven a buen puerto, conformar un gobierno cuanto antes y alinearlo con los tiempos de los gobiernos forales, municipales y en el Estado; y los tiempos de los Presupuestos. Esas han sido las razones que he tenido, no las que pudiera ofrecerme como garantías una formación política u otra.
En las anteriores elecciones, usted hizo un llamamiento a la ciudadanía para que cortara el paso a Vox. Ahora que el PP está pactando una coalición con C’s y tiene un discurso en contra del Concierto, ¿va a hacer un llamamiento similar?
-El planteamiento de C’s es el que es. El PP en España hoy se parece más a Alianza Popular que a UCD.
Cuando decidió el adelanto, se puso en contacto, entre otros, con el president Torra. ¿Le pidió que contribuyera a la estabilidad en el Estado?
-No. Hablé con Joaquim Torra para anunciarle que iba a disolver y convocar elecciones. Simplemente para eso.
¿Es un contratiempo el adelanto de las elecciones catalanas?
-No sé cuándo van a ser. Lo que está a debate ahora es la mesa entre el Gobierno español y la Generalitat. Que el president de la Generalitat vaya a ser inhabilitado o no está por ver. Hoy por hoy, el Govern sigue.
Ha escrito el prólogo del libro de Marta Pascal. ¿No es una forma de posicionarse de manera expresa del lado de esa vía más pragmática y no la de Torra o Puigdemont?
-Me lo pidió Marta Pascal. Lo hice entendiendo que su posicionamiento se corresponde con la manera de entender la política que tengo yo también. Lo que interpreto son los principios que guían a Marta Pascal de cara a una vía pragmática, posibilista, gradual, progresiva, sin renuncias a nada. Es ajustado a lo que siente una mayoría. No creo que redactar un prólogo sea ir contra los posicionamientos ideológicos de nadie.
¿Cuál es su criterio sobre el debate del mediador en Catalunya?
—No tengo criterio. El papel que tuve yo en el pasado tuvo como objetivo que no hubiera una aplicación efectiva del artículo 155 en Catalunya. Pero no tengo nada que decir sobre la figura de los mediadores.