madrid - Sin honores militares y en una ceremonia sobria pero solemne y llena de simbolismo, los restos de Francisco Franco abandonaron el Valle de los Caídos, el monumento de la dictadura en el que fueron enterrados hace 44 años, y descansan ya en el cementerio de El Pardo-Mingorrubio, junto a su esposa, Carmen Polo. La familia, que desde un primer momento se opuso a la exhumación y planteó una batalla judicial que ganó el Gobierno en septiembre pasado en el Tribunal Supremo, llevó su enfrentamiento hasta el final, convirtiendo la retransmisión televisada de la salida de Franco en una guerra de símbolos. El Ejecutivo prohibió a la familia cubrir el ataúd con una bandera de España, como pidieron, y también rechazó su pretensión de que Franco fuera despedido del Valle con honores militares, como los que tuvo en su funeral en el Palacio Real de Oriente.
La exhumación de Franco del Valle de los Caídos, un mausoleo edificado por presos del franquismo y en el que están enterrados más de 30.000 víctimas de la Guerra Civil de ambos bandos, era un objetivo que se marcó el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, nada más llegar al Palacio de la Moncloa. Tras más de un año de trámites administrativos, de obligadas reformas legislativas en el Parlamento y de una dura batalla con la familia en los tribunales, Franco reposa en un panteón discreto y sin acceso al público, propiedad de Patrimonio del Estado pero en el que ya no podrá recibir más homenajes.
El dispositivo diseñado por el Ministerio de la Presidencia y en el que también se vieron involucrados Patrimonio Nacional, Policía, Guardia Civil y las Fuerzas Armadas, se activaba a primera hora de la mañana en la basílica de Cuelgamuros. Una veintena de familiares del dictador, entre nietos y bisnietos, entre ellos la actual duquesa de Franco, Carmen Martínez-Bordiú, y su hijo Luis Alfonso de Borbón, asistieron a la extracción del féretro, protegido desde 1975 bajo una losa de mármol de 1.500 kilos.
El Gobierno accedió a que el ataúd fuera portado hasta el exterior de la basílica por sus familiares pero no a que fuera cubierto por una bandera franquista como pretendía su nieto Francis Franco. Pese a esa prohibición, uno de los nietos del dictador, accedió a la Basílica con una bandera preconstitucional en la mano que tuvo que dejar en la misma entrada a petición del Ejecutivo, que no permitía ningún símbolo de exaltación de la dictadura en el momento de la exhumación, no así en la inhumación en el panteón, al circunscribir ese espacio al ámbito familiar. De hecho, agentes de la autoridad transportaron la bandera a uno de los coches que trasladarían posteriormente a los familiares a Mingorrubio.
Sin cámaras de televisión ni teléfonos móviles, requisados a la entrada de la basílica, la apertura de la fosa, sobre la que se colocó una carpa techada y con paredes, se llevó a cabo con los operarios imprescindibles y en presencia de dos nietos, Cristóbal y Merry, que en el momento de levantar la losa dijo que era una “profanación”, un forense y la ministra de Justicia, Dolores Delgado, quien levantaba acta como Notaria Mayor del Reino. El cuerpo de Franco se conserva en una caja de zinc sellada en el ataúd original de madera y que el Gobierno no tenía intención de abrir dado que en 1975, el entonces ministro de Justicia, José María Sánchez-Ventura, dio fe de que el cuerpo era el de Franco.
La salida del dictador de la Basílica del Valle de los Caídos, con los familiares portando en hombros el féretro hasta la explanada vacía, fue diametralmente opuesta a su multitudinario entierro en aquella mañana del 23 de noviembre de 1975. Sobre el deteriorado féretro original de madera y zinc -la familia no permitió que se cambiara pese a que las imágenes permitieron ver que al menos tenía una raja en su base- la familia colocó un pendón con el escudo que empleaba Franco como Jefe del Estado, que incluye la Cruz Laureada de San Fernando, la máxima condecoración militar otorgada al dictador en 1939, así como una corona de laurel con la enseña nacional y la leyenda Tu familia. Junto a la corona, un ramo de flores decorado con lazos en forma de flor, también con los colores de la enseña nacional, que emulaban las cinco rosas de las que habla el himno de la Falange, el Cara al Sol, según explicó el letrado de la familia, Luis Felipe Utrera Molina.
Más allá de los símbolos que la familia quiso introducir en el acto desafiando las condiciones impuestas por el Ejecutivo, los trabajos de exhumación se completaron en menos de dos horas, si bien esta fase del proceso no fue retransmitida por televisión ya que el Gobierno prohibió que se pudieran grabar imágenes o sonido. Para garantizar el cumplimiento de esta norma el Gobierno instaló en la Basílica un detector de metales y un escáner por los que tuvieron que pasar todos los que accedieron al templo.
Por deseo de los Franco, el prior del Valle de los Caídos, Santiago Cantera, quien se ha opuesto en todo momento a su traslado, rezó un responso y bendijo los restos en el momento en que se introducían en el coche fúnebre. Allí, en la explanada de Cuelgamuros donde se enterró al dictador el 23 noviembre de 1975, totalmente blindada por las Fuerzas de Seguridad, se volvió a escuchar después un solitario “Viva España, viva Franco”, secundado por los familiares.
Tal y como estaba previsto, el transporte del féretro hasta Mingorrubio se realizó en un helicóptero militar Superpuma, empleado habitualmente para transporte de personalidades. Dentro compartieron espacio los representantes del Gobierno junto a Francis Franco y el letrado de la familia, a quien se vio discutir mientras esperaban a subir en la aeronave con el secretario general de la Presidencia, Félix Bolaños. Tanto en el momento de extraer el féretro de la tumba como en el momento de sacarlo del helicóptero que lo trasladó a Mingorrubio fue necesario asegurarlo para evitar desplazamientos colocando una tabla de madera bajo su base.
Lejos del desfile militar presidido por el Rey Juan Carlos y el largo cortejo por carretera que acompañó al féretro de Franco en 1975 desde la Plaza de Oriente al Valle, escoltado por agentes a caballo y motoristas, el traslado de los restos del dictador se sustanció en un corto vuelto de 16 minutos. En Mingorrubio aguardaban la llegada de los restos varios centenares de nostálgicos del régimen, a los que no se permitió acercarse al panteón, tuvo lugar la reinhumacion en estricta intimidad. - DNA / Fotos: Efe
Medios. La exhumación ha traspasado las fronteras de España con la acreditación de 58 medios internacionales aunque en el Valle de los Caídos había especialistas provenientes de países como Alemania, Francia o Rusia. Muestra de ello es Elisse Drabone de la Agencia Veo de Francia quien resaltó que era un “día histórico” para España pero expresó su “sorpresa” por la división que existe entre los ciudadanos a favor y en contra de la medida. “En Francia no entendemos esa división”, dijo.
Expediente. El grito de “Viva Franco” secundado por los familiares del dictador ayer en la explanada del Valle de los Caídos podría ser motivo para la apertura de un expediente sancionador si las autoridades estimasen que se ha incumplido la Ley de Memoria Histórica.