Pamplona - Hace dos años y medio, la Memory Studies Association organizó una primera conferencia para abrir el campo de estudio, y acudieron 200 personas. El año pasado se hizo en Copenhague, con más de 600 asistentes. Este año el congreso ha reunido en Madrid a 1.300 ponentes, y el número de inscripciones ha aumentado de manera exponencial. Ha sido un congreso masivo cuya organización ha corrido a cargo del equipo del CSIC en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid y con la UNED.
¿A qué se debe la subida tan espectacular en la asistencia?
-Primero porque hay muchísima gente que ya estaba haciendo lo mismo desde otras disciplinas. Yo por ejemplo, siempre me he “pensado” como antropólogo social, no como estudioso de la memoria, pero claramente yo trabajo en estudios de memoria. A mucha gente le está pasando lo mismo, y es que se dan cuenta de que su trabajo tiene que ver con procesos de memoria. Los estudios de memoria son básicos en la construcción de las identidades, desde la individual hasta la colectiva. La memoria está en todas partes, la memoria de nuestra familia, de nuestro partido político o de nuestro equipo de fútbol. Es una manera de repensar lo social en relación con la forma en que nos conectamos con el pasado. Esa es la razón principal del éxito de este congreso.
¿Cuál es el perfil de los ponentes?
-La memoria es un campo interdisciplinar que no está muy enraizado porque la gente proviene de disciplinas diversas como la sociología, la ciencia política, la antropología social, la crítica literaria, o la psicología. Seguramente, en el futuro habrá también neurobiólogos.
¿Cómo valora la respuesta de los medios de comunicación?
-El impacto mediático que se está produciendo tiene que ver con que en España ha habido debates muy duros sobre el tema en los últimos veinte años. Aquí se habla de memorias de la esperanza, de memorias infantiles, de memorias digitales, de los grupos amazónicos, de Sudáfrica, de los aborígenes australianos y su conexión con pasado y el mar... Es decir, que hay formas de pensar el pasado muy distintas en todo el mundo, y el marco comparativo es absolutamente básico para entender mejor lo que está pasando en un lugar concreto como puede ser España.
¿Cómo anda de memoria el mundo?
-Hay procesos de memoria muy complejos ahora en todas partes. Eso es importante para entender que España no es un caso excepcional donde hay cuatro locos que se han puesto a remover el pasado para crear tensión. Hay un grupo de investigadores de Europa del Este que están debatiendo lo que pasa en Hungría, en Polonia o en Rusia. Los procesos de memoria que están teniendo allí son un reajuste de las memorias oficiales de la época soviética. En Estados Unidos están teniendo problemas con las estatuas de los confederados y con temas del Ku Klux Klan. En España, donde hay generaciones que no han vivido un proceso como la Guerra Civil, es interesante saber cómo, mediante qué mecanismos y retóricas y con qué inversión emocional se reciclan o se absorben y se asumen como propias las memorias de los padres y abuelos que sí lo vivieron.
¿Y a nivel europeo?
-A nosotros nos dieron hace poco un proyecto europeo de 2,5 millones de euros para analizar el legado cultural de las guerras en Europa. ¿Y por qué la UE está financiando con tanto dinero estos proyectos? Porque es básico para la construcción de la identidad europea el tratar de entender cuáles son los procesos de memoria que están teniendo lugar en los países miembros. Algunos de ellos están dando paso a populismos de extrema derecha, que son muy peligrosos. Las instituciones quieren que los especialistas les ayuden a entender estos procesos para poder desactivarlos.
¿Qué otros conceptos hay para referirse a la memoria histórica?
-El concepto de memoria histórica es como una gota en el océano. Hay muchas maneras de referirse al tema de la memoria, y lo que ha ocurrido en España es que se identifica con la memoria histórica. Este congreso lo que demuestra es que la memoria histórica es importantísima, pero que hay otras muchas maneras de relacionarse con el pasado. Y las memorias van viajando. Por ejemplo, hasta el auto del juez Garzón [sobre las víctimas del franquismo, en 2008] no había llegado a España el concepto de desaparecido para referirse a los asesinados de la Guerra Civil. Todo forma parte de procesos globales en los que circulan conceptos, imágenes, iconografías y formas de pensar el pasado. Existe el concepto de travelling memories -de la catedrática Astrid Erll- que reflexiona sobre las memorias que viajan. Otro concepto es el de memoria multidireccional que menciona Michael Rothberg (California University). Por su parte, Marianne Hirsch (Columbia University, New York) ha desarrollado el concepto de posmemoria. Lo interesante es ver cómo se generan estos conceptos, cuáles son los que tienen éxito, cómo circulan y cómo son reciclados en contextos locales.
¿Se cumple en España la Ley de Memoria Histórica?
-Cuando hay voluntad política. Cuando no la hay, se descapitaliza, que es lo que ha pasado durante la época de Rajoy como una forma de anular la ley sin tener que pasar por el parlamento. Ahora en Andalucía suponemos que va a ocurrir lo mismo. Quiero mencionar que el Gobierno de Navarra es la institución que más ha apoyado este congreso. La gestión de la memoria en Navarra va a depender de cuál sea la alianza que finalmente gobierne la comunidad. Estamos a la espera de ver cómo se reajusta el panorama autonómico, para ver hasta qué punto hay un cumplimiento de la ley. Lo que pasa es que la descapitalización de Rajoy dio lugar a las memorias autonómicas, y ahora que el gobierno central va a ser del Partido Socialista se van a cambiar los aspectos por los que la ley fue más criticada. Imagino que habrá un nuevo impulso de la memoria histórica con otras formas de funcionamiento.
Fue usted colaborador en la comisión de expertos del gobierno de Zapatero. ¿Le han vuelto a llamar?
-Estamos colaborando con distintas instituciones. Hemos colaborado con el Gobierno de Navarra, con el Gobierno Vasco, con los ayuntamientos de Barcelona y Madrid, y estamos colaborando con el Gobierno central. Somos investigadores y cuando nos llaman los políticos de cualquier partido tenemos la responsabilidad de dar nuestro punto de vista.
¿Le han consultado sobre la exhumación de Franco?
-No. Este tema lo lleva un grupo muy cercano [al presidente del Gobierno] porque evidentemente no quieren filtraciones a la prensa.
Un alcalde de Vox ha retirado recientemente un busto de Abderramán III en un pueblo de Aragón. ¿Cuál es su valoración?
-Claro, la ultraderecha de España también tiene su propia memoria, que además la hemos conocido muy bien porque ha sido dominante durante cuarenta años, ha estado latente y todavía está expresada con toda su grandeza en el Valle de los Caídos. No me extraña que Vox utilice una concepción falseada de la Historia, porque la “Reconquista” no sucedió como ellos piensan. Los historiadores están a años luz sobre el tema de Al Andalus. La de Vox es una versión muy cerril, muy racista y totalmente inexacta. Abderramán era español de muchas generaciones, lo que pasa es que era musulmán. Tal como lo plantea Vox, es un tema de cristianos contra musulmanes. Para empezar, en la época de Abderramán el concepto de España no existía y es un error extrapolarlo hacia atrás. Y si existiera el concepto, Abderramán sería más español que Abascal. Que por cierto, se parece un poco a Abderramán.
A menudo se contrapone la memoria de las víctimas de ETA con la de las víctimas del franquismo. ¿Se ha mencionado eso en este congreso?
-No ha sido un congreso exclusivamente sobre España, pero sí, también hay paneles sobre el tema. Concretamente, en torno a la literatura que se ha escrito sobre el fin de ETA. Es solo uno de los muchos paneles que hay en este congreso.
¿Veremos algún día a Franco fuera de Cuelgamuros?
Espero que sí, por higiene democrática, y que se haga incluso de manera expeditiva si es preciso, porque esto es una anomalía que se está prolongando en el tiempo y que está dando lugar a otras aberraciones, como por ejemplo la suspensión cautelar del Tribunal Supremo, y el hecho de que la familia Franco y su fundación se hayan convertido de repente en interlocutores válidos, y que la prensa les llame continuamente para transmitir su punto de vista, cuando hacen una apología tremenda de la dictadura.