barcelona - Finalmente, Catalunya pudo votar. Más de dos millones de catalanes se pronunciaron sobre la conveniencia de que el territorio se convierta en un Estado y sobre la necesidad de que sea, además, independiente. La jornada había sido suspendida por el Tribunal Constitucional, pero el Govern de Artur Mas llamó a seguir adelante con un plebiscito que no sería ilegal porque no tiene efectos jurídicos y no implica que Catalunya vaya a decretar su independencia al día siguiente, y que además tiene mucho de mera encuesta y de consulta popular porque el Ejecutivo catalán delegó la ejecución en los voluntarios y no en los funcionarios. Sin embargo, en algunos ámbitos se acusó al Govern de seguir utilizando recursos públicos, como los colegios y lugares de votación, además de que el propio Ejecutivo sería el encargado de dar datos de participación periódicamente. Ese matiz provocó que la jornada arrancara envuelta en la incertidumbre, con la sombra de la Fiscalía, ya que la tarde anterior había pedido datos sobre el proceso y nadie se atrevía a descartar que un juez terminara ordenando a los Mossos d’Esquadra que retiraran las urnas. Pero no sucedió así, incluso a pesar de que ayer se volvieran a registrar demandas individuales, de grupos racistas o de UPyD a favor de parar el proceso. Hasta cuatro jueces se negaron a retirar las urnas porque la medida no sería proporcional, y ninguno quiso tomar medidas contra los ciudadanos. Si se admitió la demanda contra el Govern y se investigará al respecto, pero librando de culpa claramente a los ciudadanos.
Artur Mas se convirtió en el centro de la jornada para mal, pero también para bien. Meses atrás, en los momentos puntuales en que el pacto con ERC parecía atravesar por horas bajas, se arriesgó a parecer un president a remolque de la formación independentista, y en Madrid quisieron retratarlo en una posición de debilidad. Pero en las últimas jornadas ha cogido aire y ha figurado al frente del proceso, recuperando las riendas y la iniciativa, con su apuesta personal por un plebiscito a medio camino entre consulta oficial y popular que cabe recordar que en un primer momento no gustó a ERC, pero que el president defendió asegurando que era la única forma de cumplir con el mandato ciudadano y que permitiría acabar votando, como así ha sucedido.
La cifra de más de dos millones de participantes superó las previsiones más optimistas del Govern, que barajaba un millón y medio. Además, supera la suma de votos de los partidarios de la consulta en las europeas de mayo -1,4 millones- y se sitúa en parámetros similares a las autonómicas de 2012, donde rozaron los 2,1 millones, aunque ayer podían votar los mayores de 16 años y no 18. En los próximos días se conocerá qué porcentaje votó a favor de la independencia. El president aclaró que el proceso no acaba con la votación, y aspiró a celebrar un verdadero referéndum y a que Catalunya se gobierne a sí misma. La alta participación puede servir al jefe del Govern para negociar desde una posición de fuerza ante Madrid.
Mas fue jaleado con una cerrada ovación cuando acudió a votar, y se le pudo ver muy cómodo, e incluso bromeando con los voluntarios. También reforzó su liderazgo asegurando que, si la Fiscalía busca al responsable de abrir los colegios, debe mirarle a él. “Que me miren a mí. El responsable soy yo. Y mi gobierno”, zanjó. Mas gana capacidad para manejar los tiempos y convocar el adelanto electoral cuando él lo estime, y no a exigencia de ERC. Podría no convocarlo, o bien convocarlo pero no tan pronto como desea la formación de Oriol Junqueras, quien apuesta por celebrar ya unas elecciones y decretar la independencia, sin detenerse más a negociar con Madrid. El president se ha marcado otros tiempos. Mandará hoy una carta a Rajoy para hablar sobre las 23 medidas fiscales, de lengua e infraestructuras que le planteó en julio al presidente español, y también le pedirá pactar un referéndum definitivo. Podría dar una oportunidad a la negociación antes de llamar a las urnas. No obstante, tampoco cabría descartar un adelanto ya que, aunque varias encuestas han vaticinado la victoria de ERC, CiU podría no acabar tan mal parada tras la votación de ayer, y el reciente sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas la colocaba por delante de los republicanos en el Congreso. Otra posibilidad pasa por que CiU y ERC acudan en coalición.
El Govern podría verse abocado al adelanto por otro motivo: si quiere negociar, necesita tener al otro lado de la mesa a un interlocutor dispuesto, y ayer Madrid cargó las tintas contra el president amagando incluso con hacerle responder ante los tribunales. Rajoy podría volver a optar por buscar una salida puramente jurídica y no política al conflicto. Ayer no compareció y delegó precisamente en su ministro de justicia, Rafael Catalá. Además, se especula con que Moncloa no dé pasos para mejorar la financiación autonómica o para reformar la Constitución hasta después de las elecciones generales de finales del próximo año, lo que deja al Govern sin margen para rascar mejoras para Catalunya. Aunque la abultada participación de ayer parece una llamada de atención para buscar soluciones, el Gobierno español se apresuró a restar relevancia a la votación poniendo en duda su fiabilidad.
¿tercera vía? Pero la intervención de Catalá también podría formar parte del guion, ya que a Moncloa podría interesarle que Mas siga al frente del territorio. Se ha especulado con que a Rajoy le interesaba tolerar la consulta de ayer aferrándose a que la ejecutaban voluntarios y no funcionarios porque impedir el voto a millones de catalanes hubiera perjudicado su imagen internacional. Además, permitiendo la consulta, la tensión catalana bajaría y quizás sería posible evitar un adelanto electoral y que ganara ERC y el proceso se desbocara con una declaración unilateral de independencia. En algunos círculos se ha señalado que Madrid aspira a que Mas pueda aguantar y agotar la legislatura hasta el final, quizás acercándose al PSC y planteando un mayor autogobierno en lugar de la independencia.
La jornada, en cualquier caso, transcurrió sin incidentes, y solo se registraron hechos aislados en algunos colegios que se encontraron silicona en las cerraduras, un centro que se opuso a abrir las puertas, o la irrupción de un grupo de ultraderechistas en uno de los centros de votación para romper platos y vasos a su paso al grito de Viva España.
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El Govern cifró en más de dos millones la participación en la jornada de ayer. La cifra se sitúa en parámetros similares a las autonómicas de 2012, donde los partidos proconsulta lograron 2,1 millones, y supera claramente los 1,4 millones de las europeas.