Pamplona - Pamplona vivió en la jornada de ayer un ambiente festivo durante todo el día a raíz de la cadena humana que unió Durango con la capital navarra. En concreto, Antoniuti, el final de esta cadena, fue el epicentro de la fiesta por el derecho a decidir. El color azul turquesa de las camisetas de los asistentes, vendidas por la plataforma Gure Esku Dago, fue el predominante, pero también el naranja, utilizado por los catalanes que asistieron a esta fiesta.
Antes de las 12 horas, cuando empezaba la cadena, los asistentes se entretenían con la presencia de zanpanzares, kilikis, música folklórica o los bastoners, paloteado catalán. El sonido de un cuerno marcó el comienzo de la cadena, uniendo todos los asistentes sus manos. La gran cantidad de personas que acudieron a la cita impedía que se formara una línea recta, por lo que las olas y los vaivenes eran habituales. Mientras tanto se coreaban consignas independentistas.
A las 12.30, con el sonido del cuerno de nuevo, se dio por finalizada la cadena arrancando los aplausos de los participantes. Hasta la lectura del manifiesto la gente pudo disfrutar de txistorrada, degustación de gildas y pintxos, y una comida joven en varios bares de Calderería. A las 2 de la tarde se leyó el manifiesto en el que varios responsables de la organización, acompañados del nutrido grupo de voluntarios, agradecieron al público su participación y manifestaron el firme compromiso de la ciudadanía con el derecho de autodeterminación, cuya decisión "corresponde a las navarras y los navarros", concluyeron.
Un vez finalizado el acto los raperos Satelite & Josu interpretaron varias canciones, mientras que los bastoners y la colla castellera amenizaban de nuevo a los asistentes, incluso miembros del castell pidieron al público que se congregaba que les ayudaran a hacer la piña.
Lis, Jone, Amaia y Daniel son cuatro jóvenes que participaron en la cadena en la zona de Antoniuti. Según Lis su zona estaba un poco abarrotada, "pero que se hayan llenado zonas en la carretera o más alejadas de la ciudad ha sido muy importante". También valoraban positivamente la iniciativa: "Si no somos nosotros los que nos movemos, no va a cambiar nada a nivel político, así que tiene que existir una iniciativa como esta".
La fiesta continuó después en la parte vieja de la ciudad con una comida popular en Salesianos, y ambiente en la calle durante toda la tarde con txaranga, karaoke, trikitilariak o un DJ.
Durante el transcurso de la cadena, y previamente, los voluntarios de la organización jugaron un papel fundamental ordenando a la gente que desbordaba la cadena. Mikel Bandrés, voluntario en el último kilómetro, el 123, explicaba que habían estado desbordadísimos, "igual hemos estado unas 3.000 personas". Respecto al comportamiento de los participantes Mikel explicó que "la gente se ha portado muy bien, en cada kilómetro estábamos entre 5 o 6 voluntarios pero en esta zona hemos tenido que estar más por la cantidad de gente".