Bilbao
es un escalofrío que me recorre de pies a cabeza. Me tiembla el pulso y no encuentro un motivo. Mi mujer dice que soy brujo, adivinando y pronosticando lo que acontecerá en breve en nuestro entorno. Son años de oficio, indicios, digo. A veces me los trae el aire, otras la gente, cómo se mueve o queda parada, quieta. Quizás es verdadero el instinto. En él confío. Será mi lado femenino, mi sexto sentido favorecido y desarrollado con el transcurrir del tiempo".
La descripción pertenece a uno de los relatos que componen el libro Y sin embargo, te entiendo, de la periodista y escritora Verónica Portell, integrado precisamente en la historia sobre un mando de la Ertzaintza cuyo protagonista está inspirado -como indica el prólogo- en Jorge Aldekoa, recientemente nombrado nuevo jefe de la Policía vasca.
Como deja traslucir el relato, Aldekoa es un hombre intuitivo, capaz de percibir y procesar signos que anticipan hechos. Un sexto sentido que, a buen seguro, hace tiempo le habrá alertado de la que se le venía encima tras conocerse su nueva responsabilidad al frente de más de 8.000 ertzainas, nombramiento oficializado el miércoles pasado tras su publicación en el BOPV.
Quienes le conocen muy de cerca transmiten que Jorge Aldekoa se encuentra muy ilusionado y agradecido por su nombramiento, razonablemente inquieto por el reto al que se enfrenta y, también, profundamente dolido no con las críticas -que asume por disciplina y convicción- sino con las acusaciones sin fundamento, las tergiversaciones sesgadas, la manipulación, la deslealtad y las mentiras que han buscado proyectar una sombra de sospecha sobre su responsabilidad como nagusi de la comisaría de Bilbao en la actuación que acabó con la muerte de Iñigo Cabacas por un pelotazo de la Ertzaintza. Una responsabilidad que, al menos de momento, ni la jueza, ni la fiscalía, ni siquiera la acusación particular han visto. De hecho, no ha sido ni llamado a declarar.
Originario del barrio de Astate (Amorebieta-Etxano), el nuevo jefe de la Ertzaintza pertenece a la primera promoción de la Policía vasca. En sus 31 años de servicio, ha ocupado distintos grados de responsabilidad. "En aquellos años, que eran momentos que yo suelo denominar irónicamente bastante entretenidos, había profesionales que daban medio pasito para atrás y otros que daban dos pasos hacia adelante. Uno de estos era Jorge", resume el exconsejero de Interior Juan María Atutxa, quien aún hoy mantiene una buena relación con Aldekoa. Su implicación le llevó a ser subjefe y responsable de investigación en las comisarías de Gernika y Durango, jefe en la ertzain-etxea de Getxo, jefe territorial de la Ertzaintza en Bizkaia, jefe de Seguridad Ciudadana y, ya con el Gobierno de Patxi López, prefirió ese "medio pasito" hacia atrás y quedarse como nagusi de la comisaría de Bilbao, desde donde ha dado el salto a la máxima responsabilidad en la Policía.
Más allá de su profesionalidad que pocos ponen en duda -Atutxa le considera "un profesional de la cabeza a los pies y de los pies a la cabeza, comprometido más allá de lo exigible"-, su círculo más cercano, más íntimo, su mundo de amigos, le cree también, y sin matices, "una gran persona". DNA ha recabado las impresiones de varios de sus amigos y conocidos fuera de la profesión, que configuran un universo muy dispar, tanto por su procedencia como por su ideología. Hay tres grandes coincidencias en sus testimonios: todos alaban su personalidad, su manera de ser, hasta el punto de que les cuesta encontrar un defecto, una sombra; la mayoría han llegado a la amistad tras una relación o contacto meramente profesional, lo que es significativo; y su fidelidad llega al punto de que "pondrían la mano en el fuego" por él. También coinciden en cuáles son sus grandes pasiones: su familia -está casado en segundas nupcias- y la montaña.
"Es muy buen amigo, yo pondría la mano en el fuego, y sé que él lo haría por mí", dice con rotundidad Verónica Portell, hija de José María Portell, el primer periodista asesinado por ETA. Se conocen desde 2005. "Necesitaba un personaje para un libro de ficción, un mando de la Ertzaintza. Él entonces era jefe territorial de Bizkaia y encajaba perfectamente en la trama", relata. "Desde entonces mantenemos relación y hoy es de la cuadrilla".
La periodista y escritora destaca sobre todo "la empatía humana" de Aldekoa, "independientemente de la ideología". "No tiene prejuicios, valora la humanidad de las personas", indica. Resalta también su "talante abierto y dialogante, pero tiene ideas muy firmes y siempre está dispuesto a escuchar e incluso a cambiar de opinión".
Tímido en cierta manera, "con su presencia se hace respetar". Según dice, "tiene muchas inquietudes culturales, es muy lector y ahora está estudiando Antropología por pura inquietud cultural".
La montaña es su vida. Es, al contrario de lo que pudiera parecer, también su nexo de conexión con los demás. Sin excepción, todos sus amigos le han acompañado en sus frecuentes excursiones e incluso es ahí, en las alturas, donde se han forjado los vínculos. Las imágenes que ilustran estas páginas son evidencia de ello.
"El domingo subí con él al Malmasín", cuenta otro amigo, Enrique Urkijo, actual director de explotación de ETS, exdirector adjunto de Metro Bilbao y exdirector de viajeros de Renfe. Otro ejemplo de una relación profesional que se traslada a una firme amistad. "Es muy buen amigo, humano, muy sensible", resume. Urkijo le conoce bien. Relata sin parar anécdotas con las que quiere reflejar su "austeridad", su firmeza y su "honestidad" a prueba de todo. "Una vez, el director general de una empresa pública le invitó a comer y quiso pedir angulas. Jorge Aldekoa se negó, le dijo que con dinero público, él no comía angulas, que entonces ya estaban caras", cuenta. Igual que relata que se presta a ayudar siempre, pero no "a la chapuza". "Si le piden que les quite una multa, responde que él es quien pone las multas, no quien las quita. Hasta su mujer, también ertzaina, ha tenido que pagar alguna multa. Es de una honestidad absoluta".
Además, Enrique Urkijo destaca la especial sensibilidad del jefe de la Ertzaintza con los más débiles, por ejemplo las mujeres y los inmigrantes. "No soporta el racismo o que se destaque que un delincuente es extranjero", insiste. Cuenta también la dedicación que ha puesto en el acogimiento de un niño saharaui, que ha pasado varios veranos con la familia. "Defiende los derechos humanos por encima de todo", concluye Urkijo. Sú único pero: su fuerte carácter, del que dan fe también Verónica Portell y Daniel Arranz, exgobernador civil de Bizkaia durante la etapa socialista y también amigo de Aldekoa. "Es un tocanarices, lo que te tiene que decir, te lo dice sin problemas. Es muy sincero, pero se puede hablar de todo con él", reconoce. El que es hoy responsable de la organización del PSE de Ortuella no duda en que la amistad les ha "perseguido", porque son de mundos opuestos. "Tiene las cualidades de un buen amigo, con un espíritu crítico constructivo terrible" que les hace tener "un respeto mutuo, él con sus ideas, y yo con las mías". "Claro que pongo la mano en el fuego por él. Es más, me atrevo a decir que va a ser aún mejor jefe", aventura.
Arranz también tiene su anécdota: "Un día subimos al Gorbea (ver la tercera foto) y había una movilización por los presos de ETA. Al bajar, una señora que había participado se cayó en el peor lugar. Jorge saltó como un resorte a ayudarla y llamó a la Ertzaintza, sin identificarse. Tiene un profundo sentido de la solidaridad".
Si llegar a la amistad por una relación profesional desde mundos distintos es difícil, más aún lo es si se comparte oficio y el de al lado es un jefe. Es el caso de Piedad, ertzaina también, y amiga inseparable de Aldekoa desde los 90. Lo considera "una persona íntegra, justa en todos los sentidos, coherente en todo y con la mente abierta". Ha viajado con Aldekoa, una de sus pasiones. "Estuve con él en el Atlas de Marruecos, pero Jorge ha ido también al Himalaya y China, Camerún, Patagonia y hace unos meses a Bolivia", siempre a la montaña, dice, y resalta también que es "algo presumido" y "un cocinillas". "Sabe vivir y disfrutar los momentos", resume.
Desde otro punto de vista, el periodista José Félix Azurmendi, exdirector de Egin y exsubdirector de Deia, no es su amigo pero ha estado "un par de veces" con Jorge Aldekoa y en grupo, aunque por las referencias que tiene de él por amigos comunes le "merece confianza". "Cuando estuve con él yo sabía de su oficio, pero no de su nivel. La impresión que me dio fue magnífica, de persona muy lista", refiere. "Me di cuenta de que preguntaba bien, es respetuoso y afectuoso".