a los nuevos

EL pasado 28 de febrero, el presidente del Euzkadi Buru Batzar, Iñigo Urkullu, lanzaba a su militancia una propuesta para superar el Estatuto de Gernika, apenas cinco días después de que los jeltzales agotaran en Estrasburgo la vía legal de defensa de la Ley de Consulta, derivada normativa del conocido como Plan Ibarretxe. Los jueces europeos rechazaron el recurso del PNV contra la sentencia del Tribunal Constitucional que en 2008 declaró contraria a la Carta Magna la Ley de Consulta impulsada por el lehendakari nacionalista y aprobada en el Parlamento Vasco. Desde aquel primer varapalo judicial no ha pasado demasiado tiempo, pero sí muchas cosas. Las elecciones autonómicas desalojaron al PNV de Ajuria Enea, Juan José Ibarretxe desapareció de la escena política y el pacto PSE-PP desanduvo el camino soberanista emprendido por el anterior Ejecutivo autónomo.

Así pues, la propuesta de Urkullu parte desde la oposición, un punto de salida que marca las principales diferencias entre Ados! y el Plan Ibarretxe, al menos en lo referente al recorrido, pues en cuanto a contenidos ambas ideas guardan muchas y significativas similitudes.

Aun siendo conscientes de ser el partido más votado, los jeltzales no cuentan con la mayoría parlamentaria que les permitió aprobar la Propuesta de Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi. Por ello, Ados! plantea confrontar su propio documento con el resto de partidos y con los agentes sociales, de tal forma que encuentre un amplio consenso antes de llegar a la Cámara vasca.

No hay prisa, por otra parte, para desarrollar el proyecto. Urkullu hablaba de la próxima legislatura en la confianza, avalada ahora por las encuestas, de controlar Lakua y el Parlamento cuando el texto llegue a la Cámara.

Plantear fechas en el contexto actual sería condenar a muerte al plan de Urkullu antes de nacer. Primero, porque el PSE gobierna con el respaldo del PP y, ni va a permitir una reforma estatutaria impulsada desde la oposición, ni su socio le va a dejar hacerlo si así se le ocurriera a Patxi López.

Por otro lado, Ibarretxe logró atraerse a su campo de juego a todos los partidos nacionalistas, incluida la mitad de la representación de Batasuna en el Parlamento. A día de hoy, la unidad entre los abertzales que defendió todo el arco nacionalista en el Aberri Eguna del pasado domingo, desde la izquierda abertzale clandestina hasta el propio Urkullu, es una utopía, y además todos ellos lo saben.

Batasuna y EA siguen perfilando el polo soberanista con las forales y municipales en el horizonte, mirando con un ojo a Iparralde y con otro a Madrid, en busca de los avales o vetos que puedan llegar desde el Gobierno central y desde ETA a su inédita apuesta política. Su proyecto excluye de forma implícita, pero clara a la vez, al PNV, por mucho que Tasio Erkizia le tendiera una tímida mano el pasado domingo y Urkullu tratara de limar asperezas con EA.

Quizá en Aralar podría encontrar Iñigo Urkullu un aliado para impulsar su proyecto, pero los abertzales, pese a ser la formación que más ha crecido en Euskadi, y con diferencia, en los últimos años, aún no han encontrado su sitio en el actual tablero de juego nacionalista. Su presencia en el Aberri Eguna de Irun-Hendaia prueba que no renuncian a sumarse al movimiento Independentistak, y ello a pesar de que no se sienten queridos entre la izquierda abertzale de siempre.

Dados los evidentes obstáculos tácticos que encuentra el PNV, Ados! mira más al medio plazo. La propuesta de Urkullu ha sido acogida por la sociedad vasca de 2010 con tibieza, pero es que tampoco pretende liderar la actualidad política, todavía.

En espera de recuperar el poder si las encuestas siguen por el camino trazado hasta ahora, los jeltzales han apuntado un esbozo de su proyecto, y aquí es donde las similitudes con el Plan Ibarretxe salen a flote. El estatuto del anterior lehendakari se sostenía sobre tres pilares; la existencia del pueblo vasco como una identidad propia en el seno de Europa, el derecho de ese pueblo a decidir su futuro, y el respeto recíproco entre la CAV, Navarra e Iparralde con respecto a sus propias decisiones, así como el del resto de pueblos de Europa.

Ados!, por su parte, también parte de tres puntos fundamentales; el reconocimiento y respeto del derecho a decidir, la territorialidad basada en la libre adhesión, ambas contenidas en los pilares del plan Ibarretxe, y la bilateralidad, basada en un pacto de igual a igual con el Estado. Ese concepto lo manejaba también el estatuto del anterior lehendakari en su articulado, cuando hablaba de constituir una comisión bilateral para dirimir conflictos entre Euskadi y España y de blindar el texto vasco mediante una reforma del Tribunal Constitucional.

Otros puntos comunes entre los proyectos de Ibarretxe y Urkullu son, por ejemplo, la proyección internacional de Euskadi tal y como se da en Bélgica, Holanda y en los lander alemanes. Sin embargo, mientras Ibarretxe fijaba claramente qué competencias correspondían a Euskadi y cuáles no (defensa, espacio aéreo o política exterior) o reclamaba la oficialidad de las selecciones nacionales vascas, Urkullu prefiere centrarse en el ámbito económico.

La difícil situación actual justifica esta deriva pragmática del proyecto de Urkullu, que por otra parte también se refleja en la acción del partido en el Parlamento, donde los jeltzales han hecho mucho hincapié en criticar la gestión económica del gabinete López. Ados! aboga por un desarrollo competencial e institucional ligado al desarrollo económico, y con esa baza tratará Urkullu de convencer a los empresarios y sindicatos en una ronda de contactos que arrancará de forma inminente y que también tendrá en cuenta a los rectores de las universidades vascas o a los medios de comunicación.

Las aportaciones de estos agentes sociales se incorporarán a Ados!, y posteriormente, ya con un aval social en el que el PNV ha puesto buena parte de sus esperanzas, su texto se confrontará con el resto de partidos políticos. No en vano, el nombre elegido para el nuevo proyecto, Ados, significa acuerdo en euskera.

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