as crisis siempre llevan asociados descubrimientos que sirven para mejorar la vida en el futuro y en el mundo occidental hemos descubierto que lo que considerábamos rareza de muchos asiáticos de llevar mascarilla por la calle suponía un adelanto con respecto a la forma de actuar en nuestro entorno ante las enfermedades. La evidencia de que aquellos virus que se transmiten por vía aérea encuentran en las mascarillas una barrera efectiva para su propagación obliga a pensar que, a partir de ahora, se van a convertir en una prenda común dentro de nuestros armarios. Quien más quien menos, todos estamos ansiosos de quitarnos ya el tapabocas que desde hace tanto tiempo es obligatorio -el final definitivo se nos anuncia para primavera, veremos-, pero no cabe duda de que su demostrada efectividad a la hora de contener los contagios tiene que tomarse como punto de partida de cara al futuro y que no se queden olvidadas para siempre. Las enfermedades contagiosas, también el coronavirus, van a seguir ahí. Y la mascarilla es un remedio efectivo para evitar la propagación masiva, como bien refleja que hace un año la campaña de la gripe pasase de puntillas. Una manera de protegerse y de proteger a nuestro entorno. Aprendamos de los asiáticos.