en Vitoria cohabitan 37.500 perros y apenas 30.000 niños. Es un dato extrapolable a muchas ciudades occidentales que explica los problemas de natalidad que afectan a las sociedades que algunos califican de avanzadas. Es muy habitual que la gente joven y en edad de criar prefieran cuidar un perro antes que engendrar un vástago. Los comercios se han dado cuenta de la tendencia y ya han habilitado grandes espacios para la venta de alimentos y complementos para las mascotas. La cosa está llegando a tal punto que muchos ya no hablan de perros sino de personas no humanas. Se les coge cariño y hasta se llega a considerar al perro como un miembro más de la familia. Sin embargo, la situación a veces se desmadra con razas peligrosas y muy mala educación canina. Evidentemente la culpa no es suya, que son perros, sino de los responsables, que son humanos. Pero bueno, aceptemos que tenemos que aprender a convivir con otras especies, sobre todo con aquellas que aportan tanto amor y compañía. Pero una cosa distinta es homologarlos a todos los niveles. A ver si vamos a convertirnos en una ciudad ideal para pasar las vacaciones con perros y vamos a expulsar de los bares y restaurantes a los turistas y a los paisanos por tener que compartir comida, bebida y ocio con los chuchos.