l regreso ayer de más de 370.000 alumnos y alumnas vascos a las aulas en plena expansión de la pandemia, en un momento de incremento acelerado y sostenido de la transmisión comunitaria a la espera de alcanzar en las próximas semanas el pico de la sexta ola, es una apuesta correcta y firme por la educación presencial, potenciada en su seguridad con los nuevos protocolos instaurados en un contexto general de necesidad de afrontar de manera lo más normalizada posible la convivencia con el virus. Así lo entienden los expertos, las instituciones, la comunidad educativa y la ciudadanía en general. La altísima capacidad de transmisión de la variante ómicron pese a su constatable menor gravedad está generando un gran impacto en todos los órdenes, fundamentalmente en el sistema sanitario sometido cada vez a una mayor presión y a sus profesionales, pero también en el mundo laboral, con miles de bajas provocadas por los masivos contagios fruto de la mayor interacción social y movilidad de las pasadas festividades navideñas. El diferente comportamiento del virus respecto a otras olas tanto por su rápida expansión como por su mayor levedad -lo que no significa en absoluto restarle importancia: en Euskadi hay casi 800 pacientes hospitalizados en planta y otros 200 en la UCI y en la última semana han muerto 50 personas- unido a la masiva vacunación, con las terceras dosis y la inmunización de menores cogiendo ritmo, obligan a cambios de estrategia en la lucha contra la pandemia. Las nuevas pautas de actuación y protocolos tanto a nivel general establecidos por Osakidetza respecto al registro de positivos por test de antígenos y la tramitación de las bajas laborales, como en los centros escolares con aulas burbuja y posibles cuarentenas y cierres en función de la situación, evolución y evaluación de las autoridades sanitarias van en esa línea de normalización. Es imprescindible en este contexto no banalizar la gravedad ni la capacidad de deterioro de la salud que tiene ómicron. El virus sigue entre nosotros y sigue matando. Las nuevas pautas obligan a la ciudadanía, además de a seguir cumpliendo las medidas de prevención y mantener la debida prudencia, a actuar con la máxima responsabilidad y compromiso individual y colectivo colaborando en la medida de lo posible en esta larga batalla contra el virus.