l triunfo aplastante de Isabel Díaz Ayuso en Madrid va a marcar el devenir de la política del Estado al menos durante los próximos meses. Al menos, hasta que la llegada del verano pueda desinflar las expectativas creadas por el Partido Popular en una estrategia plebiscitaria sobre el Gobierno Sánchez que, en términos objetivos, tiene el recorrido que los socios de ese gobierno quieran darle. Ni les apura la necesidad de sacar adelante unos presupuestos, ni les acosa una mayoría parlamentaria de la derecha que les haga ingobernable la legislatura. De la inteligencia y el compromiso con los consensos que ya están dibujados -para los que se pueden construir mayorías suficientes de la mano de los socios más fiables, que son inevitablemente los partidos de ámbito territorial- dependerá que Sánchez pueda desarrollar políticas inteligentes. El resultado de Madrid da aire a la versión más populista del pensamiento nacionalderechista español. Para ello, se ha aupado sobre una estrategia en la que la gestión no era motivo de examen en las urnas. Ese ha sido el éxito de Díaz Ayuso y sus asesores sobre Sánchez y los suyos: capitalizar el desencanto, el malestar sin necesidad de ofrecerle soluciones alternativas. En ese sentido, Madrid puede ser un banco de pruebas engañoso para las estrategias políticas del próximo año. El adelanto electoral ha sido una jugada maestra del PP pero también depende en exceso del ansia de pasar facturas al presidente español y a sus socios de coalición. Un ansia muy “madrileña” pero no necesariamente muy española y, objetivamente, en absoluto muy vasca o catalana. Euskadi y Nafarroa podemos mirar a Madrid con la curiosidad o incluso la preocupación de ver medrar discursos irrespetuosos hacia nuestra especificidad política, social o económica. Pero el pulso real de la sociedad vasca se mueve en otros parámetros. Madrid ha consolidad, magnificado incluso en voto, la estrategia de una derecha populista. La traslación de esta estrategia se mide por la dimensión real de esa derecha en el Parlamento vasco, irrelevante, mermada y sin liderazgo, o en el navarro, descabalgada del poder y a merced de una multilateralidad política ante la que es minoritaria y a la que no ha sabido acomodarse. Surfear la ola populista que llega de Madrid no es una novedad en Euskal Herria.