Muchos niños y no tan niños han echado partidas alguna vez al célebre juego de la Oca. El tablero está formado por 63 casillas y gana el primero en llegar a la meta. Las reglas son muy sencillas: se tira un dado y se avanza según el número que haya tocado. Caer en una oca es una ventaja: “de oca a oca y tiro porque me toca”. Existen una serie de casillas especiales, que tienen normas particulares. En la posada se pierde turno. Si caemos en el puente vamos directamente el siguiente: “de puente a puente y tiro porque me lleva la corriente”. En los dados podemos ir hacia adelante o hacia atrás: “de dado a dado y tiro porque me ha tocado”. Permanecemos en el pozo hasta que otro jugador nos reemplace. La cárcel, dos turnos sin tirar. En el laberinto se debe retroceder a la casilla 30. Por último, si caemos en la calavera debemos volver a empezar.
De la Posada al Laberinto: Las Trampas de la Cotidianidad
¿Por qué no hacer una analogía entre este juego y la vida? Muchas veces nos quedamos apalancados en posadas reales o virtuales, perdiendo el turno más importante: el nuestro. El caso más nombrado es la hiperconexión de los móviles y el scroll infinito. Una recomendación de microhábitos: cada vez que consultemos el móvil, hacerlo de pie; solo con eso tendríamos una sesión de gimnasio.
Nos dejamos llevar por la corriente. Por comodidad, no cambiamos ni la contraseña de las maletas (el famoso "1111"). Esto lo aprovechan empresas y políticos mediante el contrato “por defecto”: si se nos olvida, nos renuevan directamente. Los dados simbolizan el azar. Richard Wiseman demostró que la "suerte" se puede entrenar si aprendemos a ver oportunidades en los contratiempos.
El pozo representa el abandono y el desajuste entre la naturaleza humana y el ritmo social. Para salir del agujero es vital trabajar la mente con meditación, lectura o reflexión. Por su parte, el laberinto es la falta de dirección. En proyectos enquistados, una retirada a tiempo puede ser una victoria.
La Calavera y el Jardín de la Victoria
La calavera implica volver a empezar. A veces es la mejor opción, pero nos frenan los costes hundidos: nos cuesta abandonar un proyecto fallido por el tiempo o dinero ya invertido. Finalmente, entrar en el jardín de la Oca es la victoria, pero cada uno debe definir qué es ganar: ¿dinero, tiempo, paz espiritual o familia?
Podemos usar el acrónimo OCA como ayuda diaria: O para ordenarnos, C para crear la realidad, A para adelantarnos a ella. Así es el juego de la vida.