Desaparecer y crear imágenes falsas es un raro poder que tienen los magos. El francés Rober Houdin hipnotizó teatros enteros con sus suspensiones etéreas y el cajón del peso vacío. Napoleón pensó que este fascinante personaje podía ayudarle a detener la revolución de los turcos. Su trabajo iba a consistir en convencer a los enemigos con sus prodigios mágicos y demostrar que los milagros de su religión eran falsos.
Años mas tarde, el húngaro Erik Weis, al convertirse en ciudadano americano, adaptó el apellido de su maestro añadiendo una i, Houdini. Se le consideró el mejor escapista de todos los tiempos. Cuando llegaba a una ciudad, retaba a la policía a que se escaparía siempre, aunque le encarcelaran y lo esposaran. Y lo lograba. Sin duda fue precursor de la publicidad de sí mismo. Registró sus trucos y, aunque escribió La psicología del engaño, nadie ha podido imitarlo.
Luego llegó David Bamburg, Fu Manchú, que convirtió sus trucos en humor. Después, aunque parecía difícil llegar a su altura, David Copperfield hizo desaparecer la Estatua de la Libertad y la Gran Muralla China delante de miles de espectadores. Copperfield llevó la magia a televisión, pero el premio internacional de la Magia en 2018 fue para el mago Yunke, conocido por sus numerosas apariciones televisivas en Por arte de magia y El hormiguero. Quedan muchos. Hay tantos magos en la historia…
En 2024 solo existe Carles Puigdmont.
Es posible que no hallamos visto lo que hemos visto. El científico John Gribbin aseguraba que “nada es real a menos que sea observado”. Supuesto esto, que solo creemos lo que vemos, quizás usted vea algo y yo no. Algo que pasó desapercibido a los demás. Una incógnita. Si Puigdemont ha venido, para qué. A los veinte minutos desapareció. Claro que no volvió para ser detenido. Volvió para reírse de todos, copar la investidura de Salvador Illa y ser el personaje público del mundo entero que mas salió en televisión.
La huida de Carles Puigdemont fue comentada por todas las televisiones del mundo, con la risa contenida de los reporteros que lo contaban. El político catalán, figura internacional, se ha reído de todos, demostrando que sus poderes como mago superan al mejor escapista de la historia, Houdini.
Ni quince controles de Interior, controles que se pusieron cuando Puigdemont ya estaba en Bélgica, lograron detectar en la frontera su huida. Los que seguimos su corto discurso al llegar a Catalunya estábamos dispuestos a creer lo que no vimos, a fin de cuentas eso es la fe. TV3 nos quitó la venda de los ojos y entrevistó a este señor escurridizo en su despacho de Waterloo, con una mesa ordenada y dos banderas detrás. Yo solo distinguí la catalana, la otra quizás fuera la de los magos internacionales. El personaje, con total naturalidad, paseando por su jardín, afirmó que “tenemos capacidad para entrar y salir para desafiar al estado represor”.
Y se nos quedó cara de bobos, porque algo muy oscuro e inconfesable estaba detrás de esta pirueta fuguista.
Su farsa me recuerda de nuevo a Napoleón. El sueño del emperador terminó el 18 de junio de 1815. Napoleón, que también se escapó de la isla de Elba, quería restaurar su poder y apoderarse de Europa pero manifestó que no tenía intención de acciones bélicas. Incluso escribió una carta a los monarcas aliados (las cartas, similar costumbre de Puigdemont) ofreciendo términos de conciliación para lograr la paz. La suerte no estuvo de su parte, carecía de un mago. Traiciones, fallos en la transmisión de órdenes extrañas llevaron a los franceses a perder su imperio en la batalla de Waterloo. La historia es larga y nos aleja del tema del fuguista catalán.
Si quieren más información, encontrarán al teniente general prusiano Blücher y a Wellington al mando del ejército anglo-inglés felicitándose por la victoria de Waterloo. Napoleón se rindió y fue exiliado a la isla de Santa Elena.
Waterloo es símbolo de derrota y victoria. El destino elegirá la palabra.
Volvamos. Carles Puigdemont solo pretende apoderarse de Catalunya, no de Europa entera. El problema es que su entorno es muy oscuro, amigos y espías infiltrados en las filas de los Mossos. Mientras, la política del Estado se ha quedado vulgarmente con el culo al aire.
El expresident de la Generalidad sigue riéndose de todos y también su mujer. Marcela Topor cobra 6000 euros mensuales de la Diputación de Barcelona por un programa televisivo semanal que solo tiene 12.000 seguidores. No hay problema si el precio de la casa Waterloo es caro. Su esposa puede aportar, además de sus seguidores, el precio necesario. La señora de Puigdemont trabaja The week Mag en la plataforma Xarxa Audiovisuales para fomentar el uso del inglés. Evito emitir comentarios.
Continuamente me hago cruces por el desconocimiento de la posibilidad, solo posibilidad, de entender este mundo tan extraño y discordante. El país, sin la aprobación de miles de catalanes, se balancea al ritmo de este cutre con actuaciones de payaso. La historia le pondrá en el lugar oportuno. Pienso que los encarcelados del procés tienen que mirar torcido al “gran Charles”. En el momento que se activó el último recurso, el articulo 155 (la Constitución española recoge que si una comunidad autónoma no cumple las obligaciones que la Constitución u otras leyes imponga, o actúa de forma que atente gravemente al interés general de España y el Gobierno podría adoptar las medidas necesarias para obligar a la comunidad al “cumplimiento forzoso” de dichas obligaciones o para el interés general), se metió en el capó de un coche y se escapó; mientras, los miembros del gobierno catalán entraban en prisión incondicional. Oriol Junqueras con Joaquín Forn y otros siete exconsejeros de la Generalitat. Además fueron inhabilitados para ejercer cargos públicos: Artur Mas, Francese Homs, Neus Munte, Jordi Jané y Josep Lluís Trapero. La amnistía fue sacando de la cárcel a muchos de los encarcelados. Puigdemont pide insistentemente entrar también él en ese perdón de gracia. Para el expresident de la Generalitat de Catalunya la amnistía aún no ha concluido. “El derecho a la autonomía le pertenece a la gente que vive en los pueblos y que no es ni será un delito hacer un referéndum. ¡Viva Catalunya libre!”
La verdad es que a Pedro Sánchez, después de tantas concesiones, se le está complicando aún más su mandato. Las demás autonomías van a explotar.
Salvador Illa, el nuevo president de la Generalitat, antes de la votación para su investidura –68 votos frente a 66 en contra del PP, Vox, la CUP y Alianza Catalana– no sonrió ni una vez. Por las ventanas, quizás oyó las últimas palabras de su antecesor, los gritos de Vox que aseguraba que el acuerdo para la investidura era un acuerdo entre dos partidos que son hermanos y comparten la misma hoja de ruta, los gritos de Gonzalo Boyé ¡Viva España!, acompañados por las palabras de Silvia Orriols, “investir a un españolista es legitimo pero inmoral”.
Y, como preámbulo, desde el atril del Parlamento, José María Jover (ERC) amenazó que no dudaría en romper la investidura si los acuerdos de investidura no se cumplían. “Nuestro sí es un sí con condiciones, cargado de noes”.
Pienso que a Salvador Illa le ha pasado como a las campeonas mundiales de fútbol femenino, no pudieron ser protagonistas por el absurdo beso de Rubiales, un simple beso de alegría. Rubiales acaparó el protagonismo. Desde el Arc de Triomfe, el expresident se convirtió en mago, ayudado por el Ayuntamiento de Barcelona que, previamente, había preparado una plataforma para el falso Houdini catalán.
Después de su investidura, Salvador Illa, con buena voluntad, manifestó que Catalunya siempre será un lugar de paz. Finalmente pidió el apoyo de todos.
Empieza un tiempo nuevo, Salvador Illa, presiden de Catalunya.
Dios le ayude en tan difícil mandato.
Periodista y escritora