Como nuestro querido templo del cortado mañanero está en manos del becario, tenemos a los viejillos al ritmo del Doblexxó de J Balvin y Feid por no hablar de esa gran obra maestra que es Para todas las mamacitas de Lyanno. Es lo que hay. Los bares de alrededor están con el cartel de vacaciones y en el barrio estas semanas solo hay dos alternativas al local: o frutería o barbería. Bueno, y la ferretería de toda la vida que está en la esquina. Esos se tomaron justo un respiro la semana pasada y gracias. Les contó el lunes el dueño a los aitites que la tienda da ya para muy poco. Él y la jefa se quieren jubilar, pero las cuentas no salen. Los abueletes se mosquearon con el mundo. Con el cabreo nivel premium y ya en el bar, se encontraron con varias noticias sobre la imposibilidad de emanciparse a la que se enfrentan unos jóvenes que lo tienen peor que sus padres y madres; o sobre el hecho de que uno de cada tres ciudadanos de este país no se puede permitir coger vacaciones; o sobre... Así que mientras en el local sonaban los grandes éxitos de Bad Bunny, se decidió que es hora de iniciar una revolución en toda regla, liderada por los viejillos y las viejillas del mundo, que son quienes saben dos cosas básicas de esta vida: que las caderas no son eternas y que tu dinero siempre se lo termina gastando otro.