¿Qué se dilucida en las próximas elecciones vascas? ¿Futuro frente a pasado? ¿Lo nuevo frente a lo viejo? No lo creo. Todas las opciones que se presentan ante la sociedad vasca tienen un pasado y promueven un futuro. El presente que vivimos se juega entre la valoración de las experiencias que encarnan cada una de ellas y la confianza en los futuribles que nos proponen. Sin duda, no es posible anular el pasado sin difuminar por completo las expectativas que se quieren crear para el futuro. Por mucho que Otxandiano se nos presente como un personaje sin herencia que pretende un nuevo comienzo histórico, no puede impedir que por ese mismo motivo se le interpele sobre el horroroso pasado de la tradición política que representa.

Realmente, es el propio partido (Sortu) en el que milita el que no quiere desprenderse del sostén que esa tradición terrible puede ofrecerle a la hora de formular su proyecto de futuro. Con el envanecimiento característico de sus tiempos más agresivos, la estrategia política aprobada en último Congreso de este partido busca ahora que “las condiciones creadas a través de los 60 años” de lo que en sus textos (ponencia Herrigaia de Sortu) han llamado Euskal Matxinada se materialicen en un escenario que les pueda favorecer para ejercer la hegemonía sobre las demás fuerzas políticas. Para ello, quieren valerse de la conformación de un “bloque histórico” que conducirían en la línea que el mismo Pello Otxandiano ha definido en diversas ocasiones.

2. Puede parecernos un discurso fuera de tiempo, pero no deja de tener connotaciones relevantes del populismo más moderno. La idea de bloque pertenece al mismo grupo semántico del término frente, cuyos efectos pretendidos serían las polarizaciones frentistas que EH Bildu considera imprescindibles para lograr la hegemonía deseada (ponencia Hamar urte baino ez).

Sortu y EH Bildu son las únicas organizaciones políticas vascas que formulan la hegemonía como objetivo. Hegemonía es dominación. La dominación siempre se ejerce contra otros (personas o grupos) a lo que se pretende relegar a una posición subalterna. Lenin, al que la avanzadilla ideológica de Sortu reivindica en su centenario, dejó claro que la hegemonía tiene menos que ver con la consecución de mayorías electorales que con la constancia del que “nunca pierde la oportunidad de golpear al enemigo”. Es esta condición del enemigo la que marca la referencia en la pretensión hegemonista.

En la política vasca, esta concepción de hegemonía está más identificada con Gramsci, que significativamente la desarrolló con un lenguaje de carácter bélico. Obtuvo cierta resonancia de la mano de Mario Onaindia, durante las primeras rotaciones teóricas que protagonizó Euskadiko Ezkerra. Recientemente, la Fundación Iratzar (de Sortu) consideró “productiva” para Euskal Herria la lectura gramscista que realizó Ernesto Laclau y que sirve ahora de fundamento al populismo de izquierdas.

3. Tal y como se ha dicho, las referencias a la búsqueda de la hegemonía para sí son explícitas en las ponencias de Sortu y EH Bildu. Precisamente, la primera manifestación de cómo se desempeña un proceso hegemonizador la encontramos en el seno de EH Bildu, perfectamente visible en la domesticación a la que Sortu ha sometido al aparato de EA y en la muerte civil a la que se ha condenado a los representantes de la mayoría de la afiliación del partido del lehendakari Garaikoetxea.

En el fondo de la construcción hegemónica ambicionada, por lo tanto, subyace su voluntad de ejercer tácticas de tutela y exclusión sobre los demás, según cómo se posicionen estos ante la configuración del pretendido bloque. Lo que nos muestra que, además del cambio, también hay persistencia en la izquierda abertzale. Su pretensión hegemónica de siempre sigue ahí, una propensión a la dominación que debería preocupar a la sociedad civil.

Esta concepción de hegemonía es peligrosa. Que un partido –que en un régimen plural solo es una parte de la sociedad política– quiera apropiarse de la representación de todo el pueblo en el ámbito de la política es grave. Pero, todavía más grave es que desde esa posición pretenda hegemonizar todo lo que se mueve en otras dimensiones de la vida social que se desenvuelven al margen de la esfera política.

La hegemonía implica una vanguardia que la crea y vigila para conservarla. La puesta en marcha de un bloque político que pretende hegemonizar en estos términos las diversas esferas de la vida de los vascos, tendría efectos castrantes sobre un pluralismo que no se limita al recinto de la política y en consecuencia puede resultar socialmente desempoderadora. Más que un entorno convivencial sano para nuestra promoción personal-comunitaria, la hegemonía busca crear un ambiente social de masa. No se tratan de expresiones del pasado. En su visión de futuro, si nos atenemos a las previsiones de sus ponencias, EH Bildu busca colectivizar la vida de los vascos.

4. A las instituciones públicas, cuya misión es contribuir al bien común, les corresponde una posición de liderazgo, pero no de hegemonía política en relación con otras instancias sociales. De ahí que apelen a la colaboración y la corresponsabilidad de las últimas en la gobernanza. Pero, hay que tener sumo cuidado con lo que los nuevos populismos se plantean hacer desde el trampolín del poder público. El bloque histórico en los que EH Bildu nos quiere encuadrar, juega también a conquistar la hegemonía en el ámbito de la sociedad civil, pretendiendo difuminar la diversidad de esta y someter la autonomía de cada uno de sus organismos a los proyectos de la izquierda abertzale.

Al pueblo vasco le interesa seguir siendo reconocido por su tradición asociativa, orientada a múltiples y diferentes objetivos, conformada por asociaciones que se muestran desvinculadas de monopolios políticos de ningún tipo. La conservación de esta riqueza social, como diversidad y autonomía asociativa, además de ser un excelente muro de contención contra hegemonismos partidistas, es una de las mejores contribuciones al bien común. Bien común, en definitiva, que no es hegemonizable por nadie sin que pierda la misma sustancia común que le caracteriza.

Analista