las 9:33 de la noche del 23 de julio de 1980 se produjo una terrible explosión en la calle General Salazar de Bilbao cerca de la plaza de Amézola. Como consecuencia de ella tres personas dejarían de existir y una cuarta no llegaría a existir nunca.
Los nombres de las víctimas eran Antonio Contreras Gabarri, un niño de 12 años, su hermana María Concepción Contreras Gabarri, de 17, y Antonio Leal Serradillo, de 59, empleado municipal de la limpieza que no falleció instantáneamente sino algunas horas después. María estaba embarazada de 9 meses y al resultar destrozada por la explosión su vientre quedó abierto, con salida del feto que nunca llegaría a nacer ni a tener nombre. Su hermano fue desplazado 40 metros por la onda explosiva. Restos humanos se esparcieron en un radio de cincuenta metros llegando algunos hasta un tercer piso.
No se sabe con certeza quiénes fueron los asesinos ni siquiera el motivo por el que pusieron aquella bomba con varios kilos de goma 2. Se sabe el resultado de su violencia sin ninguna duda. Pero sobre los orígenes del crimen nunca reivindicado solo se pueden establecer hipótesis que todavía hoy, 41 años después, no se pueden confirmar.
Aquel año, la extrema derecha españolista había desarrollado una gran actividad cuyo resultado más trágico, hasta entonces, había tenido lugar el 20 de enero con el atentado al bar Aldana, de Alonsotegi, frecuentado por simpatizantes y afiliados a EAJ/PNV. Un atentado realizado también con una bomba de goma 2, reivindicado por los GAE (Grupos Armados Españoles), que acabó con la vida de Manuel Santacoloma, Liborio Arana y el matrimonio formado por Mari Paz Ariño y Pacífico Fica, y dejó más de diez heridos.
Desde entonces se habían producido atentados similares con artefactos explosivos en Errentería, Astigarraga y Begoña. El batzoki de Derio había sufrido el último anterior a este pocos día antes, por la noche del 17 al 18 de julio. Otro batzoki también atacado, aunque por un método diferente, había sido el de Erandio Goikoa, que fue ametrallado.
El Batzoki de Errekalde se encontraba cerrado por obras. Quizás por esta circunstancia los criminales se confundieron y pusieron la bomba en la acera de enfrente, donde figuraba en un local un rótulo en euskera de una guardería “Iturriaga haurtzendegia”. También cabe la posibilidad de que los hermanos, que podían estar recogiendo cartones de la basura, trasladaran el artefacto de una acera a la otra sin sospechar su peligroso contenido. Nunca lo sabremos.
Desde la izquierda abertzale se declaró que el atentado había sido contra la guardería por ser propiedad de Antonio Artiñano, concejal de Herri Batasuna en Zeberio. Las paredes de la guardería estaban cubiertas con propaganda electoral de EAJ/PNV, lo que también pudo confundir a los autores del atentado. Hubo una reivindicación de la Triple A aunque la policía española, sin duda la mejor informada, terminó achacando el crimen al Batallón Vasco Español. En la moción de condena de este atentado por parte del Ayuntamiento de Bilbao es destacable que Herri Batasuna se abstuvo en su tercer punto en el que se expresaba el rechazo rotundo a cualquier tipo de violencia “como la del presente atentado, sumando cuantos esfuerzos hagan falta para no permitir que nuevos ríos de sangre oscurezcan el horizonte democrático hacia el que caminamos, mostrando nuestro más firme apoyo a las instituciones legalmente constituidas”. Pocos días antes un atentado reivindicado por Falange había volado con otra bomba de goma 2 el Ayuntamiento de Lemoa.
41 años después estos asesinatos siguen impunes, sin que los asesinos hayan recibido ningún castigo. Desde el batzoki de Errekalde, ahora situado en el otro extremo de la misma calle, posible objetivo del atentado, pedimos para estas víctimas y sus familias, como para todas, verdad, justicia y reparación.* Presidente de Errekaldeko EAJ/PNV Uri Buru Batzarra / Junta Municipal