El sector pesquero vasco está en pie de guerra ante la inexplicable actuación del Gobierno español, que ha cerrado la pesquería del atún blanco-bonito del norte -la costera más importante del año- desde el pasado miércoles, por lo que la flota de Euskadi se mantiene amarrada en los puertos. Si ya de por sí la decisión inicial del Ministerio era cuestionable, lo que ha encendido aún más la indignación de los arrantzales y del Gobierno Vasco ha sido el conocimiento -tras meses de oscurantismo y ocultación- de que el Ejecutivo del PP ha cedido a Francia cerca de 1.200 toneladas de cuota de bonito del norte. Es decir, que mientras los pesqueros vascos se encuentran amarrados y sin posiblidad de más capturas, los buques arrastreros galos -que faenan con las controvertidas redes pelágicas, con el daño que ello supone para el delicado cada vez más frágil ecosistema marítimo del Cantábrico- continúan pescando merced a esa inaudita cesión de cuotas por parte de Madrid. La nefasta gestión que ha hecho en este asunto el Gobierno en funciones del PP es sintomática de la importancia que el Ejecutivo da al sector de la pesca, del conocimiento real que tiene de la materia, de los modos con que Rajoy y los populares han actuado durante toda la legislatura anterior merced a su mayoría absoluta -y continúan haciéndolo, pese a las nuevas circunstancias- y del nulo respeto que mantienen hacia las instituciones vascas. Para ilustrar todo ello, basta recordar que el Ministerio español de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente decretó el pasado 28 de septiembre el cierre “precautorio” de la pesquería de atún blanco-bonito del norte, una medida inédita hasta ahora, bajo el argumento de que se habían agotado las capturas prescritas. Solo 48 horas después, el mismo Ministerio rectificó y ordenó reabrir la pesquería teniendo en cuenta la flexibilidad interanual y permitió la pesca hasta el pasado miércoles. Ahora se ha sabido que la decisión no estaba motivada por el agotamiento de la cuota, sino que el Gobierno, sin ningún tipo de comunicación previa, había cedido en febrero 1.200 toneladas para que la flota francesa pudiese capturar esta especie mientras los arrantzales deben quedarse en casa. Una nueva tropelía, realizada de manera torpe, oscura, unilateral y que lesiona de forma grave a la flota vasca, que precisa de una interlocución directa y transparente que respete sus derechos e intereses.