Iba el otro día un burro paseando por la avenida de Gasteiz y se encontró con un toro a la altura de la calle Adriano VI, esperando a que el semáforo se pusiera en verde para continuar camino. Hacía tiempo que un burro no se topaba con un toro, y aunque el pollino tenía que realizar gestiones en la zona de los juzgados y andaba con el tiempo justo, saludó con cortesía al toro y se detuvo unos minutos a su lado, dispuesto a contarle las novedades municipales. El toro, casi antes de que abriera la boca el burro, le dijo que tenía prisa, que debía salir de la ciudad cuanto antes. El burro, al verlo tan apurado y para intentar tranquilizarlo, le contó que este año ya no va a tener que bajar cuestas con un tipo encima el 25 de julio, que su vida de burro y la del resto de animales iba a ser más llevadera gracias a la normativa municipal, aunque siga siendo vida de burro, en su caso. El toro, que se había parado en segunda fila, le dijo al burro que tenía que irse, que esta zona es de línea roja, vía preferente, y le iban a multar, y que no se sentía a salvo en la ciudad. El burro, antes de seguir camino, tuvo que darle la razón porque este año todavía habrá toreros y banderillas y espadas a pesar de la normativa, que aún corría peligro, en resumen. Pero el toro, de tan asustado, ya estaba lejos.
- Multimedia
- Servicios
- Participación