anteayer, 24 horas después de suspender en el último segundo una rueda de prensa tras la llamada in extremis de un alto dirigente de Podemos en Madrid -se ha señalado a Iñigo Errejón-, el secretario general de Podemos Euskadi, Roberto Uriarte, trataba de restar trascendencia a las divergencias entre sus propias filas y con la dirección nacional. Se lamentaba de que las discrepancias en Podemos se magnifican e ironizaba aferrándose al buen vaticinio que les ha otorgado el Sociómetro, situando al partido morado como tercera fuerza en la CAV en las generales, igualada en escaños a Bildu. Y quizá no le falte razón, esas discrepancias responden al natural devenir de la vida de un partido. El asunto es que el listón con que se examina a Podemos es mucho más exigente que al resto, es la exigencia que ellos mismos han marcado desde su nacimiento, una exigencia tan necesaria que ha sido aplaudida por un amplio sector social. Que la central y la filial tensen la cuerda por la confección de unas listas electorales no es nada extraño, pero es tan propio de eso que Podemos denominó la casta que, inevitablemente, hace preguntarse si el partido que lidera Pablo Iglesias no se está viendo arrastrado a aquello contra lo que nació. En buena medida, el tira y afloja entre Euskadi y Madrid por la candidatura de Bizkaia o, por ser más precisos, por apartar al candidato de la dirección nacional Eduardo Maura, es consecuencia del propio sistema de primarias con el que Iglesias fue designado candidato a La Moncloa, liderando una plancha cerrada de colaboradores que luego fueron asignados a las distintas circunscripciones. A este conflicto se añade uno de tintes más permanentes: las divergencias que emergieron en torno a la manifestación en favor de la libertad de Arnaldo Otegi. Más allá de este hecho concreto, lo cierto es que el éxito de la consigna ni de izquierdas ni de derechas ha atraído a Podemos a personas de diversa trayectoria político-ideológica. Y en esas distintas visiones políticas y territoriales -tanto en Euskadi, como entre Euskadi y Madrid- se puede entender también la dureza con la que Podemos Euskadi cargó el miércoles por la noche contra la dirección nacional por su manera de gestionar las candidaturas, pero también por su “falta de sintonía y de claridad de algunos posicionamientos de miembros de Podemos sobre cuestiones vascas”.
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