se habla de saber ganar y saber perder como síntomas de buen deportista. Las actitudes de los campeones y el resto se ponen como ejemplos a los niños y a los demás. Tan despreciable es el que alza un título mofándose y burlándose de sus rivales como el que nunca acepta la derrota y achaca sus males a los árbitros, al tiempo o al empedrado. Con respecto a la democracia, creíamos que lo sano del sistema estaba en acatar la decisión del pueblo, sea cual sea, en las sucesivas elecciones. Unos ganan y otros pierden, unos pueden gobernar y otros no. Y los jueces somos todos los mayores de 18 años, tanto los sabios y eruditos como los iletrados, los ricos y los pobres. Los que saben ganar deben ser conscientes de que no deben utilizar el poder otorgado para favorecer a sus simpatizantes o para vengarse de sus detractores. Y los que pierden deben ser conscientes de que el pueblo les ha dado la espalda por los motivos que fueren y que algo habrán hecho mal o algo no habrán hecho bien para verse despojados de la confianza. Pero lo que estamos viendo tras estas elecciones es un mal perder intolerable, una falta de educación y una mala baba inaceptables. Es fácil sonreír cuando se gana pero da miedo comprobar la calaña de algunos cuando no es así. Espero que en las próximas, los que pierdan sepan hacerlo mejor
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