cataluña ha estrenado 2011 con la apertura de un nuevo ciclo tras el descalabro electoral del tripartito de PSC, ERC e ICV, la contundente victoria de CiU y la posterior investidura de Artur Mas, que esta semana inicia su andadura con la primera sesión de su recién nombrado Govern. El nuevo president de la Generalitat ha apostado por un gabinete en el que destaca la alta cualificación de sus miembros, así como su anterior experiencia y trayectoria en el ámbito profesional. Los nombramientos de Andreu Mas Colell -economista de prestigio internacional y catedrático en Harvard- al frente de la espinosa cartera de Economía; de los independientes Francesc Xavier Mena -profesor de la afamada escuela de negocios ESADE- para la cartera de Empresa, de nueva creación, y Boi Ruiz -presidenta de la Unión catalana de hospitales- en Sanidad; o de Ferran Mascarell, miembro del PSC y una reconocida autoridad en el ámbito de la gestión cultural, dibujan un gobierno de consellers con gran curriculum personal y con más experiencia en el mundo profesional que en los aparatos de los partidos. Un equipo que viene a ser reflejo del discurso con el que Mas ha asumido la responsabilidad. La crisis económica -para cuya salida reclama un Concierto similar al vasco- y la desafección de la ciudadanía por la cosa pública son dos retos muy presentes en el argumentario del president convergente. "No me siento un resistente ni un libertador, sino un constructor de la nación catalana, que no es un trabajo para impacientes", proclamó en su investidura, en un calculado equilibrio entre pragmatismo y peso político. El primer tripartito del carismático Pasqual Maragall despertó en 2003 no pocas dosis de ilusión y grandes expectativas, aunque su sucesor José Montilla lideró un segundo mandato a la deriva marcado por la defenestración del ex alcalde de Barcelona, los incumplimientos y el freno de Zapatero, una calamitosa gestión de gobierno y, finalmente, la profunda sensación de frustración que dejó en la sociedad catalana el descabezamiento del Estatut por parte del Tribunal Constitucional. Y a Artur Mas, más allá de formar un Govern competente y profesional, le aguarda ahora el desafío de imprimir un sello propio y recuperar la ilusión política de Cataluña.
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