Después de la bochornosa presentación en sociedad del proyecto Kronos que el alcalde Patxi Lazcoz llevó a cabo la semana pasada, después de las críticas de toda la oposición por la gestión unilateral y opaca de esta iniciativa, creo que no seríamos justos si no destacamos su gran virtud: ni más ni menos que el propio nombre de Kronos.
Nunca un proyecto municipal ha sido bautizado con tanto acierto. De hecho, no creo que los padres de la criatura fueran conscientes de las similitudes con su precedente en la mitología griega. Y es que tanto el Kronos socialista como el Chronos de los mitos vienen a ser la personificación del tiempo, algo que poco tiene que ver con la excelencia en materia deportiva.
Chronos, en el comienzo de todo, era el dios de las Edades y el Zodíaco. Surgió como un ser incorpóreo y serpentino con tres cabezas (de hombre, de toro y de león). Al entrelazarse con su compañera Ananké (la Inevitabilidad), dio lugar al universo. A partir de entonces permaneció como deidad sin cuerpo, rodeando los astros, regulando el eterno paso del tiempo. Tan sólo en contadas ocasiones tomaba la forma de un hombre anciano de largos cabellos y barba blancos, pero la mayor parte del tiempo permanecía como una fuerza más allá del alcance y entendimiento del resto de dioses.
Si buscamos analogías con Kronos, la apuesta del gobierno municipal socialista, podemos decir que, en el comienzo de todo, era la iniciativa diosa del programa electoral. Se había engendrado previamente en un Masterplan y, una vez en el poder, se trasladó automáticamente al Plan Director Vitoria-Gasteiz 2015 como una de las grandes estrategias de ciudad. Surgió como idea incorpórea (se anunciaban diferentes infraestructuras sin concretar ninguna) y serpentina con tres cabezas (la del alcalde, la de la concejala de Deportes y la del asesor José Manuel Farto).
Al entrelazarse Kronos con la inevitable labor fiscalizadora de la oposición política, dio lugar a todo un universo de dudas, respuestas evasivas y anuncios que se iban modificando sobre la marcha.
Un centro de alto rendimiento se reconvertía en un centro de tecnificación, una residencia se reconvertía en una zona de entrenamiento y las grandes preguntas seguían sin encontrar respuesta. ¿En qué consiste el proyecto Kronos?, ¿qué necesita Vitoria-Gasteiz para llegar a ser un referente en materia deportiva?, ¿qué actuaciones se incluyen?, ¿qué calendario se contempla para esas actuaciones?, ¿qué inversiones se han previsto?
A partir de entonces, Kronos ha permanecido como deidad sin cuerpo, rodeando los astros socialistas, regulando el eterno paso el tiempo. Ha conseguido mantenerse en ese limbo durante cuatro años de evasivas, promesas, contrataciones de estudios, diseños y demás. Nunca una iniciativa había conseguido viajar tanto de boca en boca sin que sepamos en qué consiste realmente más allá de esa ensaladilla de vocablos donde se mezcla la excelencia con las potencialidades.
Tan sólo en contadas ocasiones Kronos toma forma y el milagro sucedió la semana pasada, cuando se corporeizó aprovechando su presentación al margen de la Corporación municipal mediante el dibujo en un pabellón deportivo y medio centenar de folios repletos de cosas que ya se están haciendo o que resultan completas vaguedades.
En ese Kronos tangible es donde aparecen sus numerosas carencias. Se ha demostrado que lo que inicialmente pretendía ser una iniciativa global de promoción del deporte se limita a un cuestionable equipamiento. Se abandonan ideas como la innovación, la acción creativa, la sinergia empresarial o la tecnificación para que todo quede en un montón de ladrillos.
Si Kronos se reduce a esto, mejor era haberlo mantenido sin cuerpo. Para el PNV, a estas alturas y con semejantes resultados, estamos ante una idea que ha perdido todo crédito. Los proyectos posibles son los que parten del debate, llegan al consenso, se marcan un calendario y acaban siendo realidades. Los posibles proyectos son todo lo contrario y, en este momento, Kronos está en esa categoría.
Sin embargo, pese a la obcecación por patrimonializar el invento, pese a la reiterada desinformación y la poca confianza que nos genera lo escuchado hasta ahora, todavía queda un reducido margen para la verdadera política, aquélla que nos demanda la ciudadanía. Kronos, a fin de cuentas, significa tiempo. Tiempo es lo que ha desperdiciado el equipo de gobierno contratando la elaboración de diferentes documentos sin tener ningún consenso trabajado. Tiempo, y sobre todo mucho esfuerzo, es lo que necesita ahora para salir de la cruda soledad que ha encontrado en esta iniciativa.