Llegan las vacaciones y nos pillan sin blanca. Algo que era tan normal hace unos años, se ha convertido en una especie de tragedia, de la que ni se habla. Ya en los ascensores, no se pregunta "que, y cuando nos vamos de vacaciones?", no vaya a ser que la cuestión lleve activado el efecto boomerang y tengamos luego que contestar.

Quiero dejar muy claro desde aquí, que no pasa nada. Vamos a recordar aquellos maravillosos días, en que llegábamos a la playa y no había un metro cuadrado de arena libre para colocar la esterilla. Que si teníamos suerte y llegábamos primero, el que venía el último cargado con las colchonetas, la mesa, las sillas, los toldos (que ya casi se montan circos), el dolor de cabeza que le han puesto los niños, y toda la frustración producida por el hecho de no poder sujetar las chanclas, nos clavaba el palo de la sombrilla entre ceja y ceja. Ese momento único y especial, de llegar al chiringuito, y estar en tercera o cuarta fila para pedir, la ansiada caña. Los camareros, pobres, moviéndose como si estuviesen siendo atacados por una plaga de mosquitos asesinos, y sin dejar de escuchar las letanías "por favor, dos cañas y un tinto de verano", " donde está lo mío?, eran dos claras", "¿llega ya mi jarra?". Ellos empeñados en recordarnos "señores relájense, recuerden que no tienen prisa, que están de vacaciones".

Pero no hay forma, todos queremos la misma caña, a la misma hora, y en el mismo sitio, es que no tenemos remedio, venimos de fábrica con la pegatina de "individuo de rebaño". Bueno, pues bien mirado sí que es una pena, y ya que nos hemos librado, hagamos algo verdaderamente divertido, seamos originales, cada uno a su manera. Que mas da río, o montaña, pesca o senda. Vamos a conocer por ejemplo los Campos de Soria, o hacer el viaje a la Alcarria, quizá nos demos cuenta de que nuestra capacidad para la sorpresa, no está agotada. Vamos a disfrutar de la inmensa suerte que para nuestro yo mas profundo, va a significar este verano, "estar sin blanca" y olvidarnos de pasarnos el día practicando el vuelta y vuelta en la arena, que parecemos croquetas.

Vivimos en un país de rebajas, con políticos de saldo que no compra nadie y que no hay manera de quitarse de encima, ni regalándolos. Descuentos en todo: en salarios, pensiones, derechos sociales, prestaciones, ayudas. Todo el escaparate lleno de remiendos y objetos sin valor. Los almacenes abarrotados de un género sin atractivo para el inversor y que no se coloca ni con un tres por uno.

Y al frente de la tienda, una banda de inútiles sin escrúpulos que ya no se molestan ni tan siquiera en ocultarse tras máscaras, mostrándose tal y como son en realidad. Han rebajado todo el país, desvalorizándolo y destruyendo casi todas las posibilidades de levantar cabeza. Llevamos colgado un cartel de se vende, se alquila o se cede para su sustento.

Ni orgullo nos queda, pasado ya el Mundial de Fútbol. España no está en período de rebajas. Está en liquidación.

La mayoría de estos comportamientos son totalmente antinaturales y ajenos a la especie de animal de que se trata: osos o aves bailarines, elefantes parados en dos manos, grandes felinos que saltan aros de fuego, cerdos que se lanzan al vacío para caer en una minúscula piscina...