UNA piensa -erróneamente- que ya lo ha visto todo, que su capacidad de sorpresa quedó agotada en aquel Pleno del Parlamento Vasco en el que cierto aforado hizo alarde de sus condiciones gimnásticas, postulando su candidatura al Circo del Sol en el apartado de contorsionismo, para votar en su escaño y en el de su compañero, por no mencionar otros episodios plurales y transversales -no se libra ningún partido, créanme- que jalonan el álbum de "momentos históricos" de cualquier periodista en Euskadi. Joder, pues no. Ahí estoy en mi dominical jornada de libranza, cuando me topo con Cospedal envuelta en un palestino, de diseño, que para algo es del PP. Tocaba palestino -antes lo lució Otegi en Anoeta, aquél más ortodoxo- porque había que entonar otra de esas frases que hace temblar el misterio: "El PP es el partido de los trabajadores". Con un par. Cospedal es capaz de asegurar sin despeinarse que Zapatero mató a Manolete y a Kennedy con el mismo rifle si cree que eso le va a dar un voto más a Rajoy. Pero lo del palestino 2.0 me ha matao. Es la aportación a la moda política más importante desde los calcetines de avión con zapato de tacón de Esperanza Aguirre recién aterrizada de atentado múltiple en Bombay. Como si van de lagarterana con peineta, pero los antecedentes avalan que éstas no dan puntada sin hilo. ¿Le pareció proletario y huelguista el palestino? ¿Era acaso una muestra de solidaridad con Gaza? Zapatero, te la han vuelto a meter doblada. ¿Le prestará González su chaqueta de pana ahora que se han reconciliado en la adversidad?
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