tenía mis recelos hacia la figura de Javier González, ese representante que surtía de jugadores al Alavés en tiempos de Piterman y que fracasó en unas elecciones a la presidencia del Athletic porque los socios del vecino le negaron su confianza. Los comentarios sobre su persona que me llegaban desde Bilbao eran de todo menos bonitos. Escasa fiabilidad y malas formas eran rasgos comunes en la descripción de su personalidad según la conclusión a la que llegaban casi todos los consultados por mí. Pero nuestro club está como está y, hasta ayer, parecía el único dispuesto a compartir el riesgo con Ruiz de Gauna de salvar los muebles al Alavés y al cada vez más acosado y agobiado Fernando Ortiz de Zárate. Pero ayer se destapó el personaje... y confirmó mis sospechas. Creo que, pese a todo, el Alavés va a estar mejor sin este señor que con él. No es válido para el club un tipo que convoca a la prensa para insultar a Ruiz de Zárate y desvelar presuntas conversaciones privadas con Txarli Prieto -en las que el político socialista queda bastante mal, por cierto- para, en definitiva, justificar que no va a meter ni un euro salvo que la Diputación le financie la operación. Sería pan para hoy y aún más hambre para mañana, como pasó con el ucraniano huido a los Estados Unidos -acuérdense de que incluso ascendió a Primera División y ya ven cómo estamos-. El Alavés necesita gente dispuesta a trabajar y a arriesgar sin excusas y sin echar la culpa a los demás a la menor dificultad. Como cualquier otra empresa, vaya.