Francisco ha intentado promover una visión más abierta e inclusiva de la Iglesia católica, llegándose a enfrentarse con los sectores ultraconservadores de la institución, que apuestan por una aplicación estricta de sus doctrinas e ideas tradicionales. Sonados han sido sus enfrentamientos con la poderosa facción ultraconservadora de la Iglesia católica en Estados Unidos, llegando incluso a desalojar de su residencia en el Vaticano al cardenal retirado estadounidense Raymond Leo Burke, abiertamente crítico con su gestión, y a Joseph Strickland, que era obispo de Tyler (Texas). Pero no hace falta irse tan lejos. En el Estado hay una corriente de obispos y curas abiertamente críticos con su gestión.
De hecho, en octubre de 2022, el exprefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal alemán Gerhard Müller, junto al exobispo de Donostia y actual prelado de Orihuela, José Ignacio Munilla, y el siempre polémico obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig, uno de los protagonistas en las denunciadas terapias de conversión homófobas y defensor confeso de los benedictinos del Valle de los Caídos, aprovecharon un homenaje a Ratzinger para exponer sus ataques a Francisco.
De hecho, Múller se ha convertido en el ‘Papa’ de los ultraconservadores. El cardenal Müller se coronó como líder del sector antiFrancisco, en una de las cunas del catolicismo neoconservadores españoles: la Universidad CEU San Pablo. Acompañado por Reig y Munilla (en otros momentos de su estancia también por Rouco Varela y Martínez Camino), el exprefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe se configuró como el auténtico sucesor del pontificado de Benedicto XVI.
¿Y lo de Francisco?
Un paréntesis que algunos pretenden ignorar. Idearon una suerte de homenaje a Benedicto XVI para arremeter contra el modelo de Iglesia que representa el Papa Francisco. Müller lamentó que “desafortunadamente muchos católicos hoy olvidan que la Iglesia es un instrumento de salvación” y no de lucha política. “La Iglesia no es un programa para establecer una sociedad liberal capitalista o social-comunista”, ni para “crear un nuevo orden mundial en 2030”, defendió, apuntando a la tan criticada Agenda 2030, que ha avalado Francisco durante su pontificado.
Munilla no se quedó a la zaga, expresando un “deber moral de gratitud” al “tándem indisoluble” formado por Juan Pablo II y Benedicto XVI, los antecesores de Bergoglio. “Hay un gran combate hoy”, recalcó el prelado, quien defendió el trabajo de Ratzinger durante sus 24 años como prefecto de Doctrina de la Fe, seguramente el momento en que más se persiguió a los teólogos progresistas. Este y otros cónclaves similares por todo el mundo no pasaron inadvertidos para Bergoglio que llegó a reconocer que había sectores en la Iglesia que rezaban todos los días para que se fuera pronto con Dios.
Lo cierto es que el fallecimiento del Papa Francisco llega en un momento crítico para la Iglesia Católica. Durante su pontificado ha intentado acercarse a las personas, buscando una mayor inclusión y compasión. Su enfoque en temas sociales y religiosos lo ha hecho destacar entre sus predecesores. La pregunta ahora es quién asumirá el liderazgo al frente de la Iglesia y cómo estos cambios podrán impactar las políticas futuras del Vaticano.