l Mayflower, con 102 peregrinos a bordo y una tripulación de treinta hombres, echó anclas en lo que hoy llamamos Cape Cod, Massachusetts, el 21 de noviembre de 1620.
Tras unos pocos años de transición, cuando la población europea se asentó, la Proclamación Real de 1763 dio origen al sistema de reservas indígenas. Tras la Guerra de los Siete Años, el Reino Unido prohibió a los colonos establecerse al oeste de los Apalaches, reservando estas tierras para los indios. No se hizo para proteger a los nativos, sino por carecer de fondos para colonizar tan vasto territorio. En 1764, el plan para la gestión futura de los asuntos indígenas estableció que sólo gobierno imperial compraría tierras indígenas, no personas físicas. No para proteger a los nativos, sino para garantizar que el dinero llenaba las arcas que debía llenar.
Tras la declaración de independencia, la constitución de 1788 otorgó autonomía política a ciertas naciones nativas. Los nativos no eran considerados ciudadanos, de modo que no pagaban impuestos y el Congreso regularía el comercio con las tribus indígenas.
El 20 de octubre de 1803, Thomas Jefferson instó al Senado a ratificar el tratado con el imperio francés para la adquisición de Louisiana, un territorio de 2,2 millones de km2 que no pertenecía a ninguno de ambos estados y, un año más tarde, el gobierno estadounidense lanzó la expedición militar dirigida por Meriwether Lewis y William Clark. Tan sólo dos décadas más tarde esta política colonizadora hizo necesaria la creación de la Oficina de Asuntos Indígenas como división del Departamento de Guerra.
En un conjunto de tres decisiones de la Corte Suprema conocida como la trilogía de Marshall (1823-1832), el presidente del Tribunal Supremo falló que las "tribus indígenas" no podían ceder tierras a particulares sin el consentimiento del gobierno federal. La corte razonó que, tras la conquista y el establecimiento de los Estados Unidos, se limitó la soberanía de las "tribus" y sus derechos sobre la tierra. Marshall dictaminó que las tribus indias eran "naciones dependientes domésticas" que existían "en un estado de pupilaje". El tribunal dictaminó que la legislación de los estados no debía afectar a las reservas.
Tras la aprobación de la ley de expulsión de 1830, la movilización de los nativos de sus tierras fue una prioridad legislativa entre 1829 y 1837. La política del gobierno federal de trasladar por la fuerza a poblaciones enteras de las zonas pobladas por colonos afectó sobre todo a "las cinco tribus civilizadas" (Cherokee, Chickasaw, Choctaw, Muscogee y Seminole) que fueron trasladadas al oeste del Mississippi, en una migración que fue conocido como el Sendero de las Lágrimas. Unas 60.000 personas fueron expulsadas de sus tierras entre 1830 y 1850 por el gobierno de los Estados Unidos. Las tierras de asentamiento se convirtieron en reservas.
En virtud de la Ley de Asignaciones Indígenas de 1851, el comisionado de asuntos indígenas Orlando Brown explicó que los indígenas "debían ser obligados a permanecer constantemente" en las reservas "hasta que su mejora general y buena conducta" les permitiera vivir civilizadamente, sin restricciones. Éste era el espíritu del nuevo orden: "Las reservas indias son tierras que el gobierno de los Estados Unidos mantendrá a perpetuidad en beneficio de los pueblos indígenas".
La fiebre del oro aceleró la conquista del Oeste y, bajo el lema de "el único indio bueno es el indio muerto", las guerras indias azotaron esta parte del mundo entre 1836 y 1900. Al término de la Guerra Civil, en 1868, el presidente Grant nombró comisionados de paz en un intento de poner fin a las guerras indias, porque eran terriblemente costosas. La comisión concluyó que las diferencias lingüísticas causaban malentendidos y que "al educar a los hijos de estas tribus en inglés, estas diferencias desaparecerían, y se civilizarían de inmediato... A través de la uniformidad lingüística se produce la igualdad de sentimientos... Deberían establecerse escuelas, a las cuales se debía enviar a estos niños; su dialecto bárbaro debe ser borrado y sustituido por el inglés". En 1867, la legislatura de Nevada aprobó lo siguiente: "Negros, mongoles e indios no serán admitidos en las escuelas públicas, pero la Junta de Síndicos puede establecer una escuela separada para su educación". En 1872, la Corte Suprema de Nevada inició el sistema de educación pública de Nevada a las "minorías raciales".
Y, a partir de 1881 la política de guerra dio lugar a la política de paz. Bajo el lema de matar al indio y salvar al hombre, se crearon internados. Los estudiantes fueron despojados sistemáticamente de sus idiomas, costumbres y cultura. Y aunque hubo relatos de negligencia, abuso y muerte, constituyeron el modelo de asimilación de estas personas durante cien años. El internado Stewart de Carson City, aquí en Nevada, "reeducó" a más de 30.000 estudiantes durante 90 años. Llegó a haber más de 350 internados en los Estados Unidos, a menudo administrados por diversas iglesias cristianas. En esos primeros años morían más estudiantes que los que se graduaban. Los que sobrevivieron, volvieron como extraños a sus propias casas.
La Ley General de Asignación de 1887 permitió a las naciones nativas vender tierra desocupada a particulares. Se dividió la tierra en parcelas para distribuirlas entre familias nativas, y las restantes se subastaron. Los nativos que compraron tierras de cultivo y se civilizaron podían acceder a la ciudadanía estadounidense. La ley resultó desastrosa y el territorio nativo se redujo aún más. Y el Congreso no extendió la ciudadanía a los miembros de tribus inscritas hasta 1924.
La Ley Pública 280 de 1953 y las políticas de terminación borraron legalmente numerosas naciones nativas, permitiendo transgredir los tratados y usurpar las pocas tierras restantes. Las reservas representan hoy el 2,3% del territorio original. En 1958, la Oficina de Asuntos Indígenas creó el Proyecto de Adopción Indígena, un programa federal administrado por la Liga de Bienestar Infantil de América, para promover la adopción forzosa de niños nativos por familias blancas. Eso sucedió hasta 1967.
El balance de 400 años de políticas genocidas es que casi un tercio de los nativos viven en reservas. La tasa de pobreza extrema en estas comunidades es cuatro veces la tasa general, sueldos de menos de $3.000 anuales por persona. Niveles de educación significativamente bajos, ineficaces servicios de salud, grandes niveles de desempleo y viviendas e infraestructuras deficientes son problemas persistentes.
Las muertes entre nativos por alcoholismo son cuatro veces más comunes que la media general. Un 11,7% de las muertes están relacionadas con la dependencia. Tasas de trastorno del espectro alcohólico fetal de 1,5 a 2,5?, más de siete veces el promedio. Terribles cicatrices de violencia doméstica, abuso sexual y violación... son algunas más de las consecuencias de convertir naciones en "naciones dependientes domésticas".
Como ser humano, no sé de qué debo estar agradecido. Y, honestamente, tampoco sé cuál de los dioses aceptaría nuestro agradecimiento por la crónica de maltrato de las naciones nativas de América en los últimos siglos. Sería más humano celebrar Healing Day, y enmendar la ley, la historia y la vergüenza.