ntre los quebraderos de cabeza del nuevo presidente norteamericano Joe Biden siguen estando las actividades de su hijo Hunter Biden, quien no para de aumentar sus actividades lucrativas en lo que muchos creen es abusar de sus conexiones familiares.
Porque Hunter Biden tiene un historial de problemas personales y de adicción a les drogas, pero ha sido más afortunado en los negocios....gracias a ser hijo de un papá vicepresidente de Estados Unidos primero y presidente ahora.
De 51 años, abogado de profesión, padre de 5 hijos y casado con su segunda mujer desde hace casi dos años, tiene un largo historial de adicción a las drogas desde su adolescencia e incluso fue detenido por ello, pero consiguió evitar que lo persiguiera la justicia...quizá por la influencia paterna.
Más tarde, también se escapó del centro de rehabilitación en que su familia lo encerró a la fuerza para que se pudiera librar de su adicción y parece ser que siguió con este hábito hasta que se casó con su actual mujer, una australiana a la que conoció en Los Ángeles y que se decidió a esconderle toda la droga que encontraba en su casa, algo que le impresionó tanto que le propuso matrimonio....a pesar de haberla conocido tan solo seis días antes.
Aparentemente, su mujer sigue esforzándose para evitar el uso de drogas pero a Hunter se le hace tan cuesta arriba, que ha decidido dedicar la mayor parte del día a la pintura, una afición que tiene desde hace años.
A lo largo de su vida profesional, ha desarrollado una serie de actividades que, según muchos de sus críticos, han sido posibles gracias a la influencia de su padre, quien, antes de llegar a vicepresidente con Barak Obama, fue senador durante 36 años.
La más rentable de estas actividades parece haber sido la de asesor de una empresa de energía ucraniana, Burisma, de la que recibió aparentemente varios millones de dólares en cinco años, aunque las cifras exactas se desconocen y probablemente serán difíciles o imposibles de saber a ciencia cierta.
Sus últimas actividades tienen menos que ver con los negocios internacionales o con la política...pues se trata precisamente de la mencionada pintura. Pinta en su casa de Los Ángeles, donde dedica una amplia parte a almacenar cuadros que espera vender con unos pingües beneficios: a pesar de ser nuevo en el mercado del arte; sus pinturas se pondrán a la venta por un precio mínimo de 75.000 dólares y pueden llegar hasta el medio millón.
Aunque Biden lleva años pintando y ha recibido consejos del propietario de la sala de exposiciones que pondrá sus cuadros a la venta, el precio al que se van a ofrecer sus lienzos y sus pinturas sobre papel japonés, parece muy elevado para alguien que expone por primera vez...si no fuera el hijo de un papá que es presidente norteamericano.
Esta situación plantea un dilema a los asesores del presidente Biden: por una parte, nadie puede impedir a su hijo dedicarse a una carrera artística o de cualquier otro tipo, pero también tratan de evitar un conflicto de intereses e incluso la apariencia de conflicto.
La solución ha sorprendido a todo el mundo y ha sido criticada incluso por medios informativos tan favorables a Biden como el Washington Post o el New York Times: las obras de Biden se comprarán en secreto, tan secreto que ni el propio artista sabrá quién llena sus arcas.
El único enterado de la identidad de los compradores será el propietario de la galería de arte, George Bergés, que mantiene con Biden una buena relación desde hace un par de años y le ha ido asesorando, además de darle ánimos para que siga en esta nueva carrera.
La componenda no parece satisfacer más allá de sus autores en la Casa Blanca. Por una parte, muchos dudan de que Hunter no se enterará de quién compra sus cuadros y, por la otra, quienes adquieren obras de arte de un precio elevado tienen la tendencia a presumir de su adquisición y mostrarlas a sus amigos.
Es más probable que se mantenga el secreto acerca de los compradores cuando éstos sean organizaciones o países que deseen granjearse el favor del presidente Biden, pero en este caso seria seguro que hallarían una forma de identificarse ante la familia del prime mandatario, pues el motivo de la compra sería, precisamente, el deseo de congraciarse con la Casa Blanca.
La cuestión puede convertirse en un argumento electoral en los comicios presidenciales dentro de tres años, pero por ahora no parece que habrá una gran animosidad contra Biden: a fin de cuentas, Hunter es el único hijo que le queda de su primer matrimonio, pues tanto su mujer como su hija murieron en un accidente automovilístico en 1972, mientras que su hijo Beau Biden falleció a causa de un cáncer cerebral hace cinco años. Por el momento, el presidente podrá apelar a la compasión de sus compatriotas.