- Comenzó como teoría gratuita en los debates del “todo vale” y las “cámaras de eco” de internet y se hizo un hueco en los corrillos del poder, hasta que se ha instalado en la derecha más influyente como un pronóstico sobre las elecciones sin fundamento que preocupa por su tono y su afán de buscar el enfrentamiento. Las alarmas saltaron cuando uno de los principales responsables del Gobierno estadounidense para la covid-19 la compartió con su círculo cercano. Según esta teoría de la conspiración, la izquierda está preparando una insurrección violenta para disputar el resultado del 3 de noviembre y forzar su entrada ilegítima al poder.
Michael Caputo, responsable de relaciones públicas del Departamento de Sanidad, aireó el domingo en un vídeo de Facebook una teoría que lleva ya tiempo en círculos ultraconservadores. “Mi salud mental está fallando. Las sombras del techo. ¡Las sombras son tan alargadas! El problema es que en Washington no puedo llevar un arma. Si pueden portar armas, compren munición, señoras y señores, porque va a ser difícil conseguir”, explica Caputo con el semblante perdido desde el porche de su casa en Nueva York y que cuando una camioneta negra pasa cerca y le grita “¡cerdo!” está a punto de perder el control.
Caputo, que pidió disculpas y achacó su comportamiento al peso del trabajo durante la pandemia y al acoso al que le someten por su rol en la Administración Trump, dijo que hay científicos en el Gobierno instigando la “sedición” y “bandas” de izquierdistas que preparan una insurrección armada tras las elecciones. La pataleta de Caputo amplifica comentarios de Donald Trump, que dijo sobre el Partido Demócrata: “Están utilizando la covid para robar las elecciones, para defraudar a los estadounidenses en unas elecciones justas”.
La pasada semana la publicación conservadora The Federalist opinaba que “los últimos tres meses de disturbios y saqueos por parte de los Antifa y los Black Lives Mattersólo son un ensayo de lo que la izquierda tiene planeado en noviembre”.
Mark Levin, un locutor conservador cuyo programa es escuchado por 10 millones de personas, aseguró que si Trump es reelegido en noviembre “va a desempolvar la ley de insurrección”, que permite usar las Fuerzas Armadas para reestablecer el orden interno. “La tendrá que usar para acabar con el enemigo: antifa y los Black Lives Matter”, a los que llama “traidores” que quieren “derribar el gobierno”.
Trump y sus más fieles califican de “izquierda” a todo lo que suponga una oposición. Así han etiquetado al candidato demócrata a la Presidencia, Joe Biden, y a su compañera de fórmula, Kamala Harris, pese a que el historial y propuestas de ambos no suele ser enarboladas por la izquierda estadounidense. El presidente no pierde ocasión para deslizar que Biden está manipulado por la facción más socialdemócrata de los demócratas, que Trump cataloga como “izquierda radical” y “anarquistas”.
Trump no ha hecho nada por intentar acercar posturas durante las protestas y disturbios contra la brutalidad policial y por la justicia social que comenzaron a finales de mayo con la muerte a manos de la policía del afroamericano George Floyd.
El mandatario ha dado alas a inexactitudes como que los incendios en Oregon son obra de antifascistas y no desautoriza al movimiento conspiranóico QAnon, que cree que Trump está siendo atacado por un grupo secreto de la élite que abusa de menores y bebe su sangre para vivir más años.
Trump ha repetido hasta la saciedad que si Biden gana las elecciones significará que estaban amañadas, una acusación que podría desembocar en un choque legal e incluso en las calles. Hay analistas políticos que opinan que si Biden no gana con amplio margen, el resultado electoral estará en el aire y puede llevar al país a una tensión sin precedentes. “Trump está abonando el terreno para declarar la victoria sin importar lo que pase”, explicaba Rahna Eptin, director del grupo progresista MoveOn.
Según expresó en el Congreso la profesora de la Universidad de Georgetown y experta en extremismos J.J. McNab, Estados Unidos se dirige de cabeza hacia una “tormenta perfecta” de resultados impredecibles, que podría replicarse en otros países.
“Entre los problemas con el control de armas, la agitación civil, el estrés por la pandemia mortal de coronavirus, las teorías de la conspiración, el sentimiento antiprensa y un ciclo electoral altamente divisivo, el país está a un solo evento de gran escala de la violencia”, avisaba el experto.
“El Partido Demócrata está utilizando la covid para robar las elecciones y defraudar a los estadounidenses”
Presidente de Estados Unidos