Brasilia - El presidente de Brasil, Michel Temer, se aferró ayer al cargo en medio de crecientes presiones por su renuncia derivadas de un colosal escándalo que le implica en hechos de corrupción y en supuestos intentos de obstruir a la justicia. “No renunciaré. Repito. No renunciaré y exijo una esclarecimiento pleno de todo”, declaró Temer en un mensaje a la nación durante una vertiginosa jornada que, a pesar de su firmeza, concluye contra las cuerdas. La crisis comenzó con una información divulgada el miércoles por el diario O Globo según la cual Temer habría sido grabado por un empresario que colabora con la justicia en investigaciones sobre corrupción cuando avalaba un supuesto soborno a un exdiputado preso a cambio de su silencio.
El objeto de la presunta coima sería Eduardo Cunha, expresidente de la Cámara Baja, antiguo aliado del gobernante y promotor del juicio político que condujo el año pasado a la destitución de Dilma Rousseff y llevó a Temer al poder. Otras informaciones afirman que además Temer coordinó la entrega de otros sobornos a políticos, todo lo cual constaría en documentos que están bajo secreto de sumario pero serán divulgados por la Corte Suprema, que anunció ayer la apertura oficial de una investigación al mandatario.
Sobre esa decisión, Temer aseguró en forma enfática que esa investigación “será el territorio” en el que probará su inocencia.
En la declaración que hizo unas 24 horas después del inicio de la crisis, también reconoció que su Gobierno vivió en estos últimos días “su mejor y su peor momento”.
El primero, lo atribuyó a “la caída de los indicadores de la inflación, los números del retorno del crecimiento y la generación de empleo”. En segundo lugar, dijo que una grabación hecha “clandestinamente trajo de nuevo el fantasma de una crisis política en una dimensión aún desconocida”, con lo que dio a entender que ni él imagina cómo puede acabar.
El Fiscal General de la República, Rodrigo Janot, señala en un documento hecho público ayer que el presidente de Brasil, Michel Temer, y el excandidato presidencial Aecio Neves actuaron conjuntamente para impedir el avance de investigaciones de corrupción. Según Janot, Neves, “en articulación, entre otros, con el presidente Temer”, intentó obstaculizar la operación Lava Jato”, sobre la trama corrupta en la estatal Petrobras, a través de “medidas legislativas” y “el control del nombramiento de comisarios de policía” que conducían las investigaciones. “De esta forma, se ve también la posible práctica del delito de obstrucción a la Justicia”, resalta el fiscal Janot, citado en un documento en el que el magistrado del Supremo, Edson Fachin, autorizó el jueves la apertura de una investigación contra Temer. El presidente, de 76 años, se vio salpicado directamente por la confesión efectuada ante la justicia por uno de los dueños del gigante cárnico JBS, que colocó al presidente brasileño en el centro de un escándalo de corrupción.
acusación documentada El empresario confesó que JBS le paga sobornos a Temer desde 2010, según documentos difundidos ayer por la Corte Suprema, y grabó una conversación hecha pública esta semana y que compromete directamente al jefe de Estado. De acuerdo con la Fiscalía, la grabación demuestra que Temer dio “aval” al empresario Joesley Batista para comprar el silencio de Eduardo Cunha, expresidente de la Cámara de los Diputados y en prisión por corrupción.
Para la oposición, el único fin posible es la “renuncia inmediata” de Temer, una demanda suscrita ayer por parlamentarios de varios de los partidos de la base gobernante.
“Frente a la gravedad del escenario y con la responsabilidad de no dejar que Brasil se sumerja en lo imponderable, sólo nos resta la renuncia del presidente”, declaró el senador Ronaldo Caiado, del partido Demócrata, que integra la coalición de Gobierno.
“Acabó” el Gobierno Temer En ese misma dirección se pronunció el jefe del grupo del Partido Popular Socialista (PPS) en la Cámara Baja, Arnaldo Jordy, quien dijo sin ambages que el Gobierno de Temer “acabó” y se “debe pactar una salida institucional”.
El escándalo impactó también al Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), uno de los pilares del Gobierno y cuyo presidente, Aécio Neves, fue ayer blanco de una operación policial mientras el Supremo le suspendía de su escaño de senador por sospechas de corrupción.
Esa formación admitió que evalúa si seguirá junto a Temer, quien ayer perdió a uno de los dos ministros que el PSDB tenía en el Gobierno con la renuncia de Bruno Araújo, titular del despacho de Ciudades.
En fuentes políticas se afirma que al menos otros siete de los 28 ministros de Temer pueden renunciar en los próximos días, lo que reduciría sensiblemente la base parlamentaria en que se apoya el mandatario para llevar adelante sus polémicas y liberales reformas estructurales.
En el Congreso fueron presentadas en las últimas horas tres peticiones de apertura de un proceso de destitución similares al que en agosto pasado desalojó a Rousseff y aupó a Temer al Gobierno.
Según la Constitución, si Temer renuncia o es destituido, el Congreso deberá realizar una elección indirecta para escoger a quien completará el período que inició Rousseff en 2015, que concluye el 1 de enero de 2019. Sin embargo, el propio Congreso podría aprobar una enmienda para convocar una elección directa este mismo año, un asunto sobre el que existen propuestas que ya tramitan en las cámaras.
Brasil comenzó a debatir ayer de forma abierta la posible renuncia o destitución del presidente Michel Temer, salpicado por un monumental escándalo que lo implica en asuntos de corrupción y en intentos de obstruir a la justicia. En el Parlamento, en los medios digitales, en la televisión y en las redes sociales han cobrado cuerpo las peticiones para que Temer renuncie, que han surgido hasta en su propia base parlamentaria, que hasta esta semana era considerada sólida y absolutamente fiel.