MOSCÚ. "El acoplamiento del carguero a la EEI ya no es posible. Lo importante ahora es garantizar una salida más o menos controlada de la nave de la órbita", explicó el experto.

Agregó que los especialistas del CCVE tienen muy poco tiempo para lograrlo, porque en pocas horas "la nave empezará a abandonar la órbita por su cuenta, mediante el frenado en las capas superiores de la atmósfera".

Otro experto del sector aeroespacial ruso consultado por la agencia RIA Nóvosti descartó incluso la posibilidad de recuperar el mando de la Progress y señaló que en las próximas horas "la nave de transporte será recalificada como basura espacial".

El carguero seguirá "en vuelo descontrolado al menos durante una semana, tras lo cual entrará en la atmósfera y se quemará", agregó.

En este caso, "los restos que no se quemen a su paso por la atmósfera caerán en cualquier punto entre el paralelo 52 norte y el paralelo 52 sur", subrayó a su vez el interlocutor de Interfax.

El CCVE perdió el control de la nave, lanzada desde el cosmódromo de Baikonur (Kazajistán) a las 07.10 GMT de ayer, después de que ésta se situara en una órbita errónea y dejara de enviar a la Tierra datos telemétricos.

Tras varios intentos fallidos de recuperar el control de la Progress, los técnicos rusos observaron que el carguero gira a gran velocidad sobre su propio eje, algo que imposibilita cualquier intento de maniobrar para acercarse y acoplarse a la EEI.

La Progress M-27M, que transporta cerca de 2,5 toneladas de suministros para la EEI, debía acoplarse a la plataforma orbital seis horas después de su despegue.

En su bodega lleva combustible, oxígeno, alimentos, equipos científicos y regalos para los tripulantes de la EEI.

Tras su pérdida, cuyo coste se estima en hasta 90 millones de dólares, el próximo carguero podría lanzarse a la estación espacial antes del 8 de agosto previsto inicialmente en el gráfico de vuelos de la agencia espacial rusa.

En cualquier caso, la tripulación de la EEI cuenta a bordo con suministros suficientes, incluidos agua y oxígeno, para continuar con normalidad su vida en el espacio.

La actual tripulación de la plataforma orbital la integran los rusos Antón Shkaplerov, Guennadi Padalka y Mijaíl Kornienko, la italiana Samantha Cristoforetti y los estadounidenses Terry Virts y Scott Kelly.

La Estación Espacial Internacional es un proyecto en el que participan 16 países y que tiene un coste estimado en 100.000 millones de dólares.

La plataforma, con tripulantes a bordo de manera continuada desde 2000, tiene una masa de cerca de 450 toneladas y orbita a una distancia de entre 335 y 460 kilómetros de la Tierra, con una velocidad de unos 27.000 kilómetros por hora.