WASHINGTON. Tras una noche de incendios y saqueos de tiendas y todo tipo de establecimientos, el estado de emergencia decretado en la ciudad, con el despliegue consiguiente de miles de agentes de policía y miembros de la Guardia Nacional, ha rebajado los niveles de violencia, aunque todavía está por ver cómo reacciona la población durante la noche.

El capitán de la Policía de Baltimore, John Kowalczkyk, informó hoy de que los disturbios causaron un total de 20 agentes heridos, uno de ellos en estado crítico por su intervención en un edificio en llamas, mientras a lo largo del día de hoy se han producido 20 nuevos arrestos de adultos y otros cinco de jóvenes.

"Se trata de un centenar de situaciones diferentes y tenemos que hacer todo lo posible para que la ciudad esté segura", explicó en rueda de prensa Kowalczkyk, al indicar que durante la noche los ciudadanos deben seguir las instrucciones de las autoridades.

La alcaldesa de Baltimore, la demócrata Stephanie Rawlings-Blake, declaró un toque de queda en la ciudad que se empezará a aplicar a partir de las 10 de la noche de hoy hasta las cinco de la madrugada y que, salvo nuevo aviso, se repetirá durante una semana entera.

Después de días de protestas pacíficas por la muerte del joven Freddie Gray, quien falleció bajo arresto tras un fuerte golpe en la espina dorsal y no recibir asistencia médica, el caos se desató ayer tras su funeral, cuando cientos de adolescentes empezaron a arrojar piedras, ladrillos y botellas a los agentes.

Los graves disturbios provocaron el arresto de 34 jóvenes y otros 202 adultos, 144 coches y 15 inmuebles quemados, lo que ha sumido a la ciudad, con dos tercios de población negra, en un estado de emergencia vigilado por miles de agentes del orden.

Ante estas circunstancias, nadie puede evitar las comparaciones con lo sucedido el pasado agosto en la localidad de Ferguson, en el estado de Misuri, cuando otro joven negro y desarmado murió por los disparos que le infligió un agente del orden.

Desde aquella situación, que desató la ira de la comunidad afroamericana en el municipio, varios hombres negros han muerto en circunstancias cuestionables cuando estaban bajo control policial y el país es cada vez más sensible a estos hechos.

Ante los disturbios en Baltimore, el presidente de EEUU, Barack Obama, consideró hoy que las múltiples denuncias de violencia policial contra ciudadanos negros plantean "preguntas preocupantes" y llamó al país a hacer un "examen de conciencia" no solo sobre la policía, sino sobre las causas de la pobreza y criminalidad entre los jóvenes.

"Hemos visto demasiadas instancias de lo que parecen ser policías interactuando con individuos, principalmente afroamericanos, a menudo pobres, de formas que plantean preguntas preocupantes", dijo Obama en una conferencia de prensa después de reunirse con el primer ministro japonés, Shinzo Abe.

Obama recordó que, desde los disturbios en Ferguson, la tensión ha crecido y ahora hay protestas en distintas comunidades del país "una vez a la semana o cada dos semanas".

"Lo que yo diría es que esto ha sido una crisis que se ha desarrollado lentamente. Esto lleva sucediendo mucho tiempo. Esto no es nuevo y no deberíamos fingir que es nuevo (...). Esto lleva ocurriendo décadas", indicó Obama.

No obstante, el mandatario condenó los actos delictivos y subrayó que no se trata de "protestas" o de "manifestaciones", sino de "un puñado de gente que se aprovecha de una situación por sus propios motivos y tienen que ser tratados como criminales".

"La violencia de ayer distrajo del hecho de que ha habido múltiples días de protestas pacíficas que se centraron en preocupaciones completamente legítimas de estas comunidades en Baltimore (...), que fueron constructivas y sensatas", subrayó Obama.