Bruselas - Nadie en la Eurozona quiere ver a uno de sus socios abandonando el barco del euro pero tampoco están dispuestos a suavizar la presión sobre Grecia y ayer volvieron a recordar a su primer ministro, Alexis Tsipras, que el tiempo realmente se agota y que deben asumir sus responsabilidades con los pactos que han firmado. La crisis griega no figuraba en el menú del Consejo Europeo de primavera pero a petición de Atenas sí protagonizó una minicumbre posterior al más alto nivel político y la que solo asistió un selecto grupo de invitados entre los que estuvieron la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, los dos únicos mandatarios, además de Tsipras, en reunirse en petit comité con los altos responsables de la UE, la Comisión Europea, el BCE y el Eurogrupo.
El encuentro fue solicitado por Alexis Tsipras hace días para elevar la discusión del escenario técnico en el que se ha movido hasta ahora a uno más político. Y el presidente de la UE, Donald Tusk, se encargó de organizarlo para disgusto de algunas delegaciones que mostraron ayer públicamente su enfado. “Estoy furioso. Pienso que es un error de método. El gobierno belga no ha dado su mandato ni a Alemania ni a Francia para que negocie en su nombre. Bélgica ha concedido 7.000 millones de euros. Todos los países de la Eurozona están afectados”, se quejó el belga Louis Michel a su llegada a la reunión.
Y lo mismo que él, según fuentes diplomáticas, los jefes de gobierno de Holanda y Luxemburgo que protestaron ante Tusk por no estar invitados a la cita. “Para mí está absolutamente claro que necesitamos consultas porque hay que evitar una discusión política de confrontación. Mi intuición me dice que una discusión en el Consejo Europeo podría caldear demasiado el ambiente y por eso acordé chequear la situación en un formato informal”, explicó el dirigente polaco sobre el por qué de un encuentro en formato restringido. La polémica, sin embargo, le llevó a plantear al inicio de la reunión la posibilidad de celebrar una cumbre de jefes de estado y de gobierno de la Eurozona, idea que no fue secundada. “Nadie dijo nada. No hay apetito para celebrar una en estos momentos”, explicaron fuentes diplomáticas que apuntan a la reunión en petit comité como “probablemente la menos mala de las opciones”, explicaron sobre un encuentro del que quedaron excluidos grandes países como España.
Rajoy no se sintió menospreciado Al contrario que Michel y aunque el Estado español es uno de los principales contribuyentes al rescate griego -con 27.000 millones de euros- Mariano Rajoy no se sintió menospreciado. “Lo importante es que Grecia cumpla sus compromisos y que las decisiones se adopten donde se van a adoptar, que es en el Eurogrupo. A partir de ahí todo lo que pueda servir para limar asperezas y convencer a los griegos de que las normas están para cumplirlas y no se pueden saltar, a mí me parece positivo”, zanjó. Y tampoco otros colegas como el finlandés Alexander Stubb. “(Llamarlo) minicumbre es una palabra demasiado grande. Hablamos con los colegas aquí y allá. Aquí lo importante es seguir firmes en los compromisos que cerramos en el Eurogrupo el 20 de febrero. Al final del día el euro es confianza y tenemos que tener confianza para implementar las decisiones que tomamos”, aseguró.
Visto el escepticismo sobre la posibilidad de llegar a una decisión en los márgenes de este Consejo Europeo, la cuestión anoche era si del encuentro informal saldría algún gesto político hacia Grecia o hacia alguna de sus demandas. Atenas insiste en recibir los 1.900 millones de euros de los beneficios del Banco Central Europeo con los bonos griegos o incrementar el límite de la emisión de letras del tesoro. “El problema de Grecia no es de 200 millones. Está en una situación de liquidez muy difícil que se va a agravar a principios de abril”, recordaba ayer una fuente diplomática sobre la posibilidad de ofrecer algún pequeño gesto para resolver la crisis humanitaria. Tsipras no ofreció ayer ningún detalle sobre sus peticiones aunque sí pidió a sus colegas audacia política. “La UE necesita más iniciativas políticas audaces que respeten tanto la democracia como los tratados para dejar atrás la crisis”, reclamó.
Su reivindicación obtuvo la misma respuesta. “Los griegos deben demostrar que hacen las reformas que se esperan de ellos”, recordó François Hollande. “No hay que esperar soluciones, no hay que esperar avances. Las decisiones se toman en el Eurogrupo y así debe seguir”, zanjó Merkel sobre el intento de Tsipras de elevar la resolución de la crisis griega al más alto nivel político. Al cierre de esta edición la minicumbre seguía en marcha.