Las negociaciones sobre el nuevo plan de reformas griego comenzará mañana y lo hará, pese a las reticencias del gobierno heleno y las promesas de Syriza, en dos escenarios: Bruselas pero también Atenas a donde volverán los funcionarios de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional a confirmar cifras y detalles técnicos, en paralelo al trabajo que se desarrollará en la capital comunitaria. Así lo anunció ayer el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, que hizo patente su hartazgo ante los continuos retrasos. “Hemos dedicado dos semanas aparentemente a discutir quién se reúne con quién y dónde, en qué configuración y con qué agenda. Es una pérdida total de tiempo. No puedo ser más explícito”, advirtió.

Fue el mensaje que quería lanzar ayer y lo repitió hasta en media docena de ocasiones. “Las verdaderas conversaciones no han empezado todavía y no ha habido implementación. Tenemos que dejar de perder el tiempo y empezar las discusiones con seriedad”, recordó sin entrar a valorar el contenido de las siete propuestas remitidas el pasado viernes por su colega Yanis Varoufakis entre las que figura la contratación temporal de amas de casa, turistas y estudiantes para destapar posibles fraudes de IVA en el sector servicios. Y es que ayer no se trataba de dar el visto bueno a este primer avance de medidas. “No es tarea del Eurogrupo sino responsabilidad de las instituciones. Lo esencial ahora es acelerar la preparación de medidas individuales para poner en marcha los compromisos asumidos por el gobierno griego. Son estos compromisos quienes han abierto la vía a prolongar el programa y es esencial que se conviertan en decisiones efectivas”, recordó el comisario de asuntos económicos, Pierre Moscovici.

Lo que el Eurogrupo espera, por tanto, es que el gobierno de Atenas pase a la acción y empiece a nutrir un paquete global de reformas que debe estar listo en poco más de cinco semanas. “Todo el mundo es partidario de reaccionar con rapidez y Luxemburgo es partidario de actuar más que de hablar”, recordó el ministro luxemburgués de finanzas sin criticar abiertamente la estrategia seguida hasta ahora por el gobierno heleno. Tampoco quiso comentar el contenido de las propuestas su colega eslovaco. “¿La carta? Bonita pero no es nuestro trabajo evaluarla. Nosotros necesitamos cifras y las esperamos muy pronto”, advertía Peter Kazimir durante un encuentro más breve de lo habitual -se prolongó tres horas- y en el que la discusión sobre Grecia apenas se prolongó por espacio de media hora. “No debemos perder más tiempo. La prórroga es solo por cuatro meses y el tiempo corre”, recordó Dijsselbloem.

Aunque el gobierno que lidera Syriza había prometido que los hombres de negro no volverían a la capital helena, el jefe de los países del euro puso de manifiesto que esa promesa quedará sin cumplir. “En función de las necesidades equipos técnicos de las instituciones se desplazarán a Atenas para apoyar el proceso de forma conjunta, también desde el miércoles”, explicó Dijsselbloem. El principal escenario en esta nueva etapa de negociación, no obstante, será Bruselas. Un marco mucho más neutral para Tsipras en el que alejar a la ciudadanía griega de una troika criticada e incluso odiada por una parte importación de la población.

mucha negociación por delante Al margen del escenario escogido, de la reunión de ayer se desprende -la quinta que celebran los ministros de economía y finanzas de la Eurozona desde hace un mes- que todavía hay mucha negociación por delante. “Queda mucho trabajo por delante. Queda mucho trabajo técnico. Lo importante es la implementación práctica de los compromisos”, recordaba ayer el vicepresidente responsable del euro y uno de los halcones de la Comisión Europea, Valdis Domvrovskis. El Eurogrupo entiende que el plan remitido el pasado viernes es un paso en la buena dirección pero todavía muy insuficiente ya que deberá ser completado con nuevas medidas antes de finales de abril en que deberá estar listo el paquete global de reformas.

Es un elemento clave si Grecia, que sigue sin tener acceso a los mercados, aspira a acelerar el desembolso de parte de las ayudas que quedan pendientes del primer rescate. En la hucha quedan 1.800 millones del primer rescate más otros 1.800 millones de los beneficios obtenidos por el BCE con los bonos soberanos griegos. Atenas solo podrá acceder a esta cantidad si no cumple con su parte del trato, adopta el plan de reformas prometido el pasado 20 de febrero y lo pone en marcha. “No puede haber discusiones sobre un desembolso anticipado si no hay un acuerdo global primero. Estoy dispuesto a considerar la posibilidad de aprobarlo por tramos, como se ha hecho en ocasiones anteriores, pero siempre que haya un acuerdo global y la implementación esté en marcha”, recordó Dijsselbloem. Durante la reunión no hubo discusiones sobre las necesidades de financiación de Grecia pero sí se puso de nuevo de manifiesto que esperan una “estrecha cooperación” y que Atenas se abstendrá ni de adoptar “medidas unilaterales” ni de dar marcha atrás en las reformas ya adoptadas.