edimburgo - El segundo debate entre independentismo y unionismo, personificado en las figuras de Alex Salmond y Alistair Darling, terminó con una victoria clara del primero. A pesar de todo, fue un cara a cara mucho más tenso que el de hace tres semanas, con los dos portavoces nerviosos y, a menudo, hablando el uno sobre el otro sin dejar terminar las frases a su contrincante. Fue una muestra del clima en el que se vive la campaña en Escocia. Con ambas opciones muy igualadas, convencer a los indecisos se ha convertido en algo necesario para ambas opciones y la actuación de Salmond y Darling así lo demostró.

El del lunes fue un debate duro, con dos perros viejos de la política que fueron a morderse sin contemplaciones y en el que la moneda del país, las reservas de petróleo, la privatización de la sanidad pública y las armas nucleares que alberga Escocia fueron los temas estrella. De esta forma, una encuesta realizada entre 500 personas por el diario The Guardian justo después del debate señalaba que el 71% daban ganador al nacionalista, mientras que el 29% opinaban que el unionista había estado más acertado.

Y lo cierto es que el jefe de la campaña Better Together (Mejor Juntos), Alistair Darling, se mostró más agresivo y nervioso que el ministro principal escocés. Además, su insistencia en llevar el debate al terreno de la moneda y el petróleo proyectó una falta de argumentos que podría pasarle factura. Alex Salmond, por su parte, estuvo más tenso que en el primer encuentro. Sin embargo, volvió a crear una imagen de cercanía y confianza en sí mismo.

La clave del segundo encuentro, un día antes de que comenzaran a enviarse los votos por correo, fue la impresión que ambos portavoces transmitieron. La de Salmond fue mucho mejor, sin duda, pero habrá que esperar para ver si su actuación decanta la balanza lo suficiente como para que los independentistas ganen el pulso. En cuanto a los argumentos, aunque más o menos ya oídos, el nacionalista estuvo también más acertado.

Hace tres semanas, en su primer cara a cara, Darling cogió por sorpresa al ministro principal al preguntarle por su “plan B” en caso de que Londres se negara a compartir la libra tras la independencia. El unionista se volvió a aferrar una y otra vez a este argumento lo que ocasionó el hartazgo de las 200 personas que conformaban la audiencia y que llegaron a abuchearle una de las veces en las que lo mencionó.

Además, en esta ocasión, Salmond trajo los deberes bien hechos. Modificó su estrategia y recalcó que, si se vota a favor de la separación, los escoceses le habrán “otorgado el mandato” de mantener la libra. Insistió, e incluso el propio Darling llegó a admitirlo, que “nadie puede obligarnos” a cambiar la divisa y señaló que otras opciones podrían pasar por crear una moneda propia o mantener la libra. Sin embargo, también subrayó que “la mejor alternativa es una unión monetaria sensata y si luchara directamente por las segundas opciones, eso es lo que obtendríamos”.