Mientras una parte de la sociedad venezolana llora aún la muerte de su comandante eterno, Hugo Chávez, hace exactamente un año, la otra vive inmersa en una intensa lucha callejera contra su sucesor, Nicolás Maduro. El aniversario del fallecimiento del mandatario bolivariano ha pillado a Venezuela en el momento más crítico de los últimos años. La inseguridad en las calles, el desabastecimiento constante de productos de primera necesidad y la desorbitada inflación han encendido los ánimos de una parte de la sociedad que reclama directamente el fin del Gobierno de Maduro.
Hace un año, este, aún vicepresidente, fue el encargado de anunciar la muerte de Chávez: "A las 4.25 de la tarde de hoy, 5 de marzo, ha fallecido el comandante presidente Hugo Chávez Frías", aseguró visiblemente afligido y entre sollozos. Todo había quedado dispuesto para que él asumiera las riendas del país hasta la celebración de nuevas elecciones presidenciales y estas tuvieron lugar un mes después, tras una campaña desigual protagonizada por el recuerdo de Chávez, que hasta llegó a aparecerse en forma de pajarito ante Maduro.
Su contrincante fue un fortalecido Henrique Capriles, quien incluso estuvo a punto de ganar la contienda. Nunca la oposición se había acercado tanto al chavismo en unas elecciones -se quedó a 1,5% del candidato oficialista- y Capriles, convencido de su victoria, llegó a denunciar fraude. Sin embargo, la crisis postelectoral no frenó la llegada de Maduro al poder. El chavismo echaba a andar así sin su carismático y controvertido comandante.
Durante los catorce años que estuvo en el poder, Chávez, líder de la Revolución Bolivariana e ideólogo del Socialismo del Siglo XXI, se convirtió en una de las figuras más odiadas y, al mismo tiempo, admiradas dentro y fuera de Venezuela. Llegó al poder como consecuencia del hartazgo de una parte de la población con la clase política dirigente y dejó un legado de luces y sombras en una Venezuela dividida en dos y sumida en una profunda crisis económica. Un año después de su muerte, la crispación ha dado paso al enfrentamiento directo.
Dificultades económicas El ingreso petrolero, pilar de la gestión de los gobiernos de Chávez, ha ido cayendo desde 2010, mientras el desabastecimiento aumenta cada día -el índice de escasez que publica mensualmente el Banco Central de Venezuela subió del 22% al 28% en febrero, de forma que casi uno de cada tres productos medidos en el país no puede ser adquirido o sustituido-, el país registra una inflación del 56% y el déficit fiscal se establece entre el 15% y el 18% del PIB. A la profunda crisis económica hay que sumarle, además, la explosiva situación social, con la inseguridad en las calles como el principal problema que perciben los venezolanos. No es para menos, el año pasado, la criminalidad dejó más de 24.000 muertos.
Sin embargo, las dificultades que ha atravesado el Gobierno de Maduro este último año tampoco han beneficiado a la oposición. Venezuela tuvo una nueva cita con las urnas el pasado diciembre, las elecciones municipales, en las que el chavismo volvió a ser mayoría, un duro golpe para el líder opositor y desde noviembre gobernador de Miranda, Henrique Capriles. Después de aquella derrota, su liderazgo quedó debilitado y, el mes pasado, la fractura de la MUD quedó en evidencia: Leopoldo López, ex jefe de campaña de Capriles, y María Corina Machado, representante del ala más conservadora de la oposición, se desmarcaban del gobernador de Miranda y de su oposición moderada y llamaban a la población a movilizarse para derrocar al Gobierno de Maduro en las calles.
El día elegido fue el 12 de febrero, una jornada de protesta que acabó con duros enfrentamientos y seis fallecidos. Desde entonces, la crispación social ha ido en aumento con un saldo de 18 muertos y 263 heridos. Un año después de la muerte de Chávez, los venezolanos ahondan sus diferencias.