Aunque el número de coches con transmisión automática crece, y más con el avance de los vehículos eléctricos, los coches con cambio manual continúan siendo mayoría en el parque automovilístico de este país. El juego de palanca y embrague sigue dominando la conducción, pero eso no evita que sigamos cometiendo errores importantes a la hora de accionarlo.

La importancia de la caja de cambios

La caja de cambios, que cuenta con una serie de ruedas dentadas dispuestas en tres árboles, es un elemento indispensable en un vehículo, ya que es la que transfiere el par motor a las ruedas para que se pongan en movimiento, y cuando el coche ya alcanza velocidad permite adaptar ese par motor a las necesidades de velocidad y fuerza del momento.

Su importancia nos debe llevar a cuidarla como se merece para que no tengamos que cambiarla a largo plazo. Para ello debemos evitar una serie de gestos o costumbres de conducción que muchas veces llevamos a cabo pensando que son positivos cuando realmente son perjudiciales para la mecánica del coche.

Los errores más frecuentes que cometemos en el cambio manual

Se pueden identificar, entre otros, siete errores que muchos conductores cometen a la hora de utilizar el cambio manual de su coche y que hay que tratar de evitar.

- Arrancar en segunda: provoca un esfuerzo extra al motor, a la transmisión y al embrague, propiciando un aumento de temperatura del sistema y acelerando el desgaste de las piezas.

- No pisar a fondo el embrague: cambiar de marcha sin apretar totalmente el pedal dificulta el trabajo de la sincronización y los piñones y aumenta su desgaste.

- No cambiar de marcha a la velocidad oportuna: hay que realizarlos de forma progresiva para que se adapten a la velocidad que va alcanzando el vehículo, tanto para subir de marcha como para reducir. Una progresión aproximada puede ser hasta 15/20 km/h en primera; hasta 30 en segunda; hasta 40 en tercera; hasta 50 en cuarta; y a partir de 100 engranar la sexta, en el caso de vehículos con seis marchas.

- Soltar bruscamente el embrague: en conducción todo es mejor hacerlo suavemente, y si soltamos de golpe el embrague al cambiar de marcha provocaremos tirones que terminarán dañando el pedal, los engranajes de la caja de cambios y los diferenciales.

- Mantener pisado el embrague en parado: en semáforos o detenciones cortas que no llevan a apagar el motor muchos conductores deciden mantener la primera marcha engranada y pisar el pedal en lugar de poner punto muerto y soltarlo (a veces también lo hacen para que no se active el sistema start/stop en los coches que lo tienen). Esa acción provoca un aumento de temperatura de la mecánica y un mayor desgaste del embrague.

- Apoyar la mano constantemente sobre la palanca: es una costumbre extendida que no hace más que dañar la mecánica, ya que el peso de la mano ejerce una presión innecesaria sobre la palanca que acabará provocando holguras y fallos de precisión en su engranaje.

- No realizar los cambios de aceite pertinentes: el aceite no es sólo indispensable para el motor, también para todo el sistema de transmisión, que debe estar bien engrasado. Saltarse los cambios de aceite cuando tocan provocará un mayor desgaste de las piezas por rozamiento y evitará que se lleve a cabo la refrigeración necesaria del sistema a través del circuito de lubricación.

Vida útil de 300.000 kilómetros

A lo largo de la vida útil de un coche, que hoy en día para buena parte de los modelos supera los 300.000 kilómetros, podemos realizar millones de cambios de marchas a la par que accionamos el embrague. Las cajas de cambios están diseñadas para aguantar durante toda esa vida útil del coche, pero para ello debemos realizar un uso correcto de sus mecanismos. De lo contrario provocaremos un mayor desgaste de un componente vital del vehículo, lo que puede desencadenar averías a largo plazo cuya reparación puede resultar bastante costosa.