unque Audi juega al equívoco y presenta al e-tron Sportback como su segundo modelo eléctrico, esta creación no es sino la declinación con carrocería cupé del innovador y superdotado SUV lanzado en 2019. Además de plantear una alternativa formal sugestiva y con identidad propia, el envase estilizado también mejora sustancialmente la aerodinámica, propiciando así un pequeño incremento de la autonomía (hasta 446 km según homologación WLTP). El Sportback comparte con el e-tron más corpulento y capaz el sistema de impulsión eléctrica con dos rangos de potencia: 313 CV en la versión 50 quattro y hasta 408 en la 55 quattro. Audi oferta este compendio de tecnología punta desde 75.430 euros en el primer caso, y a partir de 87.980 en el segundo.

La silueta cupé respeta todas las dimensiones del e-tron inicial, salvo la altura, rebajada 110 milímetros. Así pues, el Sportback se alza hasta alcanzar 1,62 metros, manteniendo 4,9 m de largo, 1,93 de ancho y 2,93 entre ejes. El declive del techo, acentuado a medida que se acerca a la popa, deja un portón trasero acostado. Este rasgo, que aporta fluidez a la línea del vehículo, se cobra un pequeño tributo de habitabilidad en el asiento trasero (solo lo pagan los más altos) y de capacidad en el portaequipaje (conserva 615 de los 660 del otro formato). Además, optar por el Sportback requiere desembolsar 2.300 euros más que por el e-tron de línea SUV clásica.

Los Audi e-tron ofertan un sistema de impulsión eléctrica con dos niveles de rendimiento. Combina un motor encargado de mover las ruedas posteriores con otro que acciona las delanteras. Este último interviene solo de modo puntual, bien en situaciones de alta demanda de potencia o bien para garantizar la máxima tracción cuando el sistema quattro lo decide. En la versión e-tron 50, dicha motorización entrega 230 kW, potencia equivalente a 313 CV que permite alcanzar 190 km/h de punta y 100 km/h en 6,8 segundos. Va alimentada por una batería de 71 kWh que, en condiciones óptimas, propicia recorrer hasta 346 km.

La variante superior e-tron 55 cifra en 265 kW (360 CV) su rendimiento, que puede aumentar hasta 300 (408 CV) en breves episodios de explosividad provocados por un pistón al acelerador; la reacción dura 8 segundos y se produce únicamente en modo Sport. El vehículo alcanza entonces el límite electrónico de 200 km/h y progresa de 0 a 100 km/h en 5,7 segundos. Esta interpretación equipa una batería de 95 kWh, que posibilita acreditar una autonomía oficial de 446 km. Como siempre, los tiempos de reabastecimiento varían en función de la toma disponible, oscilando desde treinta minutos en una estación de alta potencia a unas cuantas horas en una conexión doméstica.

A la vista de los niveles de rendimiento del e-tron, a nadie se le escapa que esta máquina puede protagonizar reacciones absolutamente vertiginosas. Su capacidad para progresar de 0 a 100 km/h en pocos segundos, y en especial el poderío que demuestra en los primeros metros, llega a resultar mareante para algunas personas. Por eso, su pilotaje requiere una cierta adaptación y también algo de pericia; o, en su caso, una buena dosis de templanza. Las personas más avezadas al volante gozarán de la fulgurante respuesta del motor, de la contundencia de los frenos, de la capacidad de absorción de la suspensión y de la infalible precisión de la tracción integral quattro. Esas cualidades convierten al e-tron en un tren cremallera dispuesto a copiar la carretera con máxima solvencia.

Ahora bien, no conviene olvidar que disfrutar del acelerador acorta inexorablemente el radio de acción de cualquier vehículo. Y en el caso de uno eléctrico, esa circunstancia resulta determinante. En la toma de contacto con el Audi e-tron Sportback, los cerca de 300 km de autonomía disponibles en el momento de partir se redujeron en un tercio tras hora y media de recorrido mixto (tramos urbanos, vías rápidas y carreteras de montaña) a distintos regímenes de esfuerzo. Manteniendo un ritmo alegre por autopista, escenario donde las posibilidades de recuperación de energía por frenadas o descensos son menores, la autonomía desciende rápidamente. Así que el e-tron, como todo automóvil 100% eléctrico, obliga a tomarse con calma los viajes y a planificar minuciosamente las paradas para recargar.