En alguna ocasión anterior he hablado del tema de los semáforos y nuestra ciudad, pero como a mi juicio la cosa va de Guatemala a Guatepeor, vamos con un segundo capítulo. Les hablaba principalmente entonces de la inutilidad de un gran porcentaje de los semáforos que habitan en Gasteiz, dado que en algunos casos realizan regulaciones innecesarias y en otros ya existe una señalética alternativa –los pasos de cebra, por ejemplo– que los convierte en innecesarios si los conductores cumplimos las normas como debemos. Tengo claro que eliminar semáforos, experiencia que ya se ha ensayado en otros lugares, abarataría facturas como la luz y el mantenimiento, rebajaría también las emisiones de gases nocivos y propiciaría una mayor atención a la conducción. Hay quien argumentará que a menos semáforo más velocidad o más riesgo de atropellos, pero esto ya me parece solo cuestión de educación cívica, que o se tiene o no se arregla plantando lucecitas de colores. Vista que esta medida de eliminar semáforos no está en la agenda, al menos cabe reclamar a quien se encarga de la circulación vial en Vitoria que no se empeñe en que el conductor –y eso que yo soy de los que usan poco el coche– viva en un permanente estado de mala hostia por la imposibilidad de encadenar dos semáforos consecutivos en verde.