Entre la mirada retrospectiva y la cuenta atrás, así se adentra Euskadi en la semana decisiva para definir su gobernanza hasta 2028. La hora de la verdad nos sobreviene tras un retroceso en el tiempo por mor del fallecimiento del lehendakari Ardanza, que en realidad nos ha congraciado como colectividad de intereses con la política que mejor la ha representado en este país. La gestión de los asuntos comunitarios sustentada en la forja de pactos de amplio espectro sobre el diálogo para el progreso común pese a la tragedia entonces diaria de la funesta violencia.

Ardanza encarna la memoria de las virtudes públicas que como sociedad debiéramos preservar, procediendo claro a una actualización de las políticas. Porque Euskadi se sobrepuso bajo sus catorce años de mandato a una galopante crisis económica y afrontó una dura reconversión industrial en un contexto de asesinatos y extorsión, sí, pero además abordó los retos de aquel presente aquilatando los cimientos de nuestro Estado de bienestar sobre el sólido pilar del autogobierno vasco y el bien supremo de la estabilidad. Y aquella ingente obra se acometió con unos valores obvios en la figura de Ardanza pero extendidos a su vez en las estructuras dirigentes en Euskadi de casi todas las siglas, guiadas por el posibilismo y la persistencia a partir de una vocación de convivencia compartida por personas de sólidos principios y formación. Huelga toda comparativa con la ponzoña que se receta hoy en las instituciones españolas, ante la que la CAV debiera levantar un muro en su muga Sur.

En el ferviente deseo más que en la confianza de que tal contaminación no concurra en esta última semana de campaña, de las encuestas publicadas se deduce un empate técnico entre PNV y EH Bildu, mientras los sondeos internos de los partidos en liza sitúan singularmente a Osakidetza y también la seguridad como ejes temáticos de la contienda. Respecto a la red sanitaria pública, Pradales ha respondido a la crítica ciudadana y al catastrofismo de la oposición con un diseño de mejora por valor de 1.250 millones, bien entendido que el presupuesto en Salud se ha incrementado esta legislatura en 932, hasta 4.896 en 2024. En cuanto a la seguridad, el otro foco de tremendismo –que las tasas de criminalidad no avalan–, el PNV promete igualmente reforzarla y endurecer las penas a los reincidentes. La incógnita reside en si los mensajes del partido hegemónico calarán entre el nicho de indecisos, en el caso concreto de Araba un ambicioso Plan Gasteiz Capital para el Territorio con el escaño más barato, en torno a 5.000 sufragios.

Ante los disputados comicios del próximo domingo, les aconsejo la lectura sosegada de la entrevista que hoy publicamos a Pradales, el probable lehendakari si se cumplen los términos de la ecuación que conforman las medias de la demoscopia conocida y la lógica de los pactos. Pero nada está escrito y cada ciudadano decide. Que el día 22 nadie se arrepienta de la papeleta escogida o, peor aún, de no haber votado. Un deber cívico, mayor cuanto más apretada parezca la elección de quien nos va a gobernar.