Ninguno de nosotros es tan listo como todos nosotros, en palabras de Ken Blanchard, reputado experto en liderazgo. La expresión viene al caso en la semana en la que se han configurado los dos equipos de gobierno más relevantes para la sociedad vitoriana, el municipal y el del Alavés recién ascendido. Ambas direcciones caracterizadas por la estabilidad, en el Consistorio por la renovación de la entente sociojeltzale, esta vez con Maider Etxebarria como primera edil; en el club blanquiazul, con la dupla Sergio Fernández-Luis García de nuevo como director deportivo y técnico, respectivamente. Lógica pura. 

La reedición tanto en el Ayuntamiento como en la Diputación de la cogobernanza de PSEcon PNV y viceversa resulta tan coherente como que las dos partes lo anticiparon en campaña si les daban los números. A partir de la convicción compartida de que se trata de la fórmula que mejor representa la diversidad del Territorio –y por extensión del país– mediante el despliegue de una gestión pragmática que desde la centralidad promueva la cohesión social y el desarrollo económico sostenible. Como de congruente cabe calificar la atribución de responsabilidades para cada uno de los socios municipales, con Hacienda, Promoción Económica y Urbanismo bajo la égida del PSE en tanto que la sigla que ostenta la Alcaldía y así la manija financiera, mientras que el PNV se ocupará de acuerdo a su demostrado cuajo institucional de áreas de enorme impacto ciudadano como Políticas Sociales, Movilidad o Seguridad. 

Si el Ayuntamiento opera a modo de corazón desde donde se bombean normativas y fondos a la ciudad, a la vista está que el Alavés constituye el alma colectiva de Araba, factor de identidad aglutinante de un territorio plural. Un sentimiento de arraigo encarnado además por una propiedad autóctona como valor notoriamente añadido en la persona de Josean Querejeta. El Alavés afronta el regreso al Olimpo un solo año después de su descenso para una caída presupuestaria de 72 a 39,5 millones, ingresando una quinta parte por televisión, ni 10 millones. El club ha apostado acertadamente por la continuidad en la parcela deportiva y ahora se necesita tino para fichar con el dinero justo, acierto sobre el césped y suerte con las lesiones y el arbitraje. Y, mirando más allá, ambición para consolidar un núcleo de jugadores que preserven los principios alavesistas –en un vestuario que nutrir con elementos de la cantera– y una masa social creciente en txikis que visten orgullosos igual la elástica babazorra que la del Baskonia. Afortunada toda Álava por contar en una urbe de apenas 250.000 habitantes con dos equipos de élite europea, la mejor proyección exterior con la riqueza patrimonial y enogastronómica. 

Vendrán tiempos peores, y la crítica argumentada será imprescindible, aunque el hincha auténtico lo es a las maduras pero sobre todo a las duras. Porque, como reza el proverbio etíope, “si las arañas tejen juntas pueden atar un león”. Incluso del Athletic, para empezar el 24 de septiembre en Mendizorrotza.