Las patas de pollo no son en la actualidad ni en nuestra tierra muy consumidas por los humanos, que nos limitamos a los muslos y contramuslos, pero para los perros resultan un complemento muy interesante y entretenido. De entrada, se entretienen un buen rato mordiéndolas, royendo, chupando e incluso jugando con ellas. Pero además, y ahí radica su importancia, resultan muy beneficiosas para su salud.

Las patas de pollo están compuestas básicamente por tejido conjuntivo, piel, cartílago, tendones y huesos. La cantidad de carne, de músculo y de grasa es inexistente, por lo que sus valores nutricionales son escasos salvo por un detalle. Contiene una serie de compuestos tremendamente beneficiosos para su salud y su estado físico. El principal de ellos es el colágeno uno de los principales componentes de las articulaciones y que se encuentra presente ligamentos, tendones y cartílagos. Aporta flexibilidad y elasticidad.

Varias patas de pollo listas para su consumo o cocinado. Freepik

Al colágeno se unen la glucosamina y el sulfato de condroitina. La primera es un amino-azúcar natural del cuerpo que estimula la formación y reparación de los cartílagos de las articulaciones. El segundo es un glucosaminoglucano, también presente en el organismo y ayuda a prevenir el desgaste de los cartílagos.

Esto hace que las patas de pollo estén consideradas como un alimento adecuado para cuidar la salud de las articulaciones de nuestros perros, y las nuestras si las comiéramos como en otras partes del mundo, para prevenir la artrosis.

A modo de premio extra, si estas patas de pollo se preparan adecuadamente, ayudan a mantener limpios los dientes, a eliminar y prevenir el sarro.

Cómo presentarles las patas de pollo

Cuatro son las posibles presentaciones en que un perro pueda comer estas patas. En realidad son cinco, pero la quinta es una manera de esquivar ciertos peligros a los que hay que estar atentos. Estas formas son cruda, congelada, cocida y deshidratada.

En principio la mejor manera de dar a los perros estos bocados es cruda con todas sus cualidades intactas. Además es fácil congelarlas y que en verano también les sirva de refresco. Pero hay un riesgo y es que la carne de pollo puede tener algunos patógenos como la salmonela y el campilobacter, que pueden provocar fuertes desarreglos intestinales. Para prevenirlo o eliminar el riesgo la congelación no es suficiente ya que el frío no mata estas bacterias, solo detiene su proliferación, por lo que una vez descongeladas, el peligro persiste.

La solución pasa por cocinar las patas ya que con el calor sí desaparecen los patógenos. Pero a veces, la solución a un problema trae consigo otro inconveniente. El calor que mata las bacterias también hace que los huesos del pollo sean más frágiles y que se astillen al morderlos. Si se ingieren estos fragmentos pueden causar graves afecciones, como heridas en la boca, atragantamientos o lesiones en el aparato digestivo. La solución a este nuevo inconveniente es triturar las patas y hacer con el polvo pastillas que sirvan de premio.

Utilizar las pastillas de pata de pollo como premio ayudara a reforzar su buen comportamiento de una manera saludable. Freepik

Por todo esto, quizá las patas deshidratadas parezcan la mejor opción. Para lograrlas, se hornean las patas a baja temperatura entorno a los 70º durante bastante tiempo. De esta manera se eliminar los microorganismos, se protege los componentes beneficiosos y se evita el riesgo de astillar los huesos. La textura crujiente que queda ayuda además a combatir el sarro dental.

Para deshidratar las patas se puede usar una máquina especial, una deshidratadora o bien meterlas en el horno durante 8 horas a 70º. Pero para quien no tenga ganas ni tiempo, en tiendas especializadas se pueden comprar. 

Cómo convertir las patas en premios

Hacer premios nutritivos con la patas es relativamente sencillo. Hay que empezar por hacer un caldo con las patas después de limpiarlas. En principio ya vienen escaldadas, peladas y lavadas, pero una nueva pasada por agua no viene mal. Se ponen en una olla cubiertas de agua sin sal y se cuecen unos tres cuartos de hora. Una vez cocidas, se trituran junto con el agua de cocción. La pasta resultante se reparte en moldes pequeños o cubiteras para que se enfríe y solidifique en el frigorífico.

Además de para reforzar sus buenos comportamientos, estas pastillas son recomendables para cachorros que aún no tengan la capacidad de masticar las patas enteras o perros adultos con problemas de dentición o enfermedades que dificulten la masticación.