Su editorial cumple 40 años y usted tiene pocos más. Se ha criado entre libros muy especiales…

—Sí, Mintzoa cumple 40 años y el orgullo que sentimos todas las personas que durante estos años hemos llevado este proyecto adelante es inmenso. Desde historiadores, traductores, ilustradores, escritores, medios de comunicación, que nos han apoyado y han difundido nuestro trabajo y por supuesto, nuestros clientes, que ya pasan a ser amigos. Son libros, pedacitos de historia, libros muy especiales como bien dices, por todo lo que aportan, en todos los sentidos.

Obviamente, nunca pensó en dedicarse a algo que no fuera esto…

—Es algo que he mamado en casa toda la vida, siempre entre libros, conociendo autores, historiadores,… que mis aitas invitaban a casa, siempre inmersos en el mundo de la cultura, pero hasta dedicarme de lleno a el mundo del libro antiguo, he trabajado también en el mundo de la música.

Es editor, tasador, buscador de tesoros bibliográficos, divulgador… ¿Es capaz de quedarse solo con una faceta?

—Me encanta eso de buscador de tesoros, me hace estar vivo y seguir viajando, acudiendo a ferias, entrando en casas para ver ejemplares que tienen, “devolverlas a la vida”, me hace seguir con la ilusión intacta.

¿Cómo es posible que todavía hoy se encuentren obras únicas?

—Una vez un anticuario francés, en activo con 87 años, me dijo que las obras únicas, son interminables, casi como las visicitudes que ha vivido ese ejemplar. Un libro joya puede estar en cualquier lado.

¿Qué pasa por su cabeza cuando da con uno de esos ejemplares extraordinarios?

—Cuando localizas el ejemplar, una encuadernación bella, lo abres, ese olor que desprende, ves el título, te das cuenta de la importancia, te late el corazón rápido y una alegría inmensa y lleva a traerlo ya a casa.

También es tasador. ¿Qué le da valor económico a un libro?

—Una cosa es el valor y otra el precio. Para una persona, según los recuerdos que le proporcione un libro, su valor es incalculable, pero el precio es otra cosa y eso lo el mercado en base a qué tipo de encuadernación, papel, temática, si no se ha localizado ejemplar desde hace muchos años salido un ejemplar, que esté completo... son muchos los factores técnicos y por supuesto, sentimentales.

Los libros de hoy, producidos industrialmente, ¿tendrán algún valor dentro de varios siglos?

—Pues los libros que se producían hace 500 años eran artesanales, el papel, el cosido, la impresión… eran artes gráficas. Ahora muchas veces ves cada cosa… Es verdad que siglos atrás pocos podían permitirse comprarlos, el pueblo era mayoritariamente analfabeto.

¿Cómo es posible sobrevivir cuatro decenios en un sector que siempre pasa apuros?

—Pasión, cabeza, ver y leer mucho, estudiar, y en la medida de lo posible acertar con lo que compras y lo más importante, paciencia.

En el caso de Mintzoa, además, no hablamos solo de un negocio sino de una filosofía.

—En un tanto por ciento altísimo, lo nuestro es la historia de Navarra. Un reino de más de mil años y que poco o nada se enseña en los centros educativos. ¡Cuánto nos gusta hablar de otros lugares más chic y no nos damos cuenta que tenemos aquí!