sisto con creciente perplejidad a la caracterización de Eneko Andueza ?-no sé si buscada, por inercia o por malos consejos- como provocador de cagüentales en Sabin Etxea y generador de mal rollo en Ajuria Enea. Aunque antes de ser elegido como secretario general del PSE ya tenía presentada alguna bibliografía en materia de titulares punzantes, tiradillas o cargas de profundidad, nada hacía prever que tras la sustitución efectiva de Idoia Mendia se fuera a convertir en el pirómano dialéctico que está demostrando ser. Al contrario, parecía un tipo cercano, incluso empático, capaz de tejer complicidades a varias bandas, firme en la defensa de sus ideas pero más partidario de apagar fuegos que de encenderlos.

Conociendo un poco el paño comunicativo y con unas nociones de psicología parda sobre los líderes recién proclamados, tiendo a pensar que el amante de la tauromaquia Andueza le ha cogido gusto a entrar a cada trapo que le ponemos. Buenos somos los plumíferos cuando detectamos a alguien que, tras acumular quinquenios sin que nadie le hiciera el menor caso, descubre que sus piadas merecen unas letras gordas y unas comillas al principio y al final. El problema, como ocurre con las adicciones, es que la siguiente dosis debe ser mayor. Así se ingresa en una espiral de consecuencias impredecibles.

Salvo que este humilde tecleador esté muy equivocado, ahora mismo no hay gran riesgo de romper los diversos pactos de gobierno entre PNV y PSE. Las bases son sólidas y ambos partidos saben que se necesitarán aquí y en Madrid durante un tiempo. Así que mejor no andar jugando. l