No me miren así. Lo del titular no es, obviamente, cosecha propia. Es lo que claman con más o menos brío algunos atribulados amanuenses diestros. En el caso de Ramón Pérez Maura, la cita es casi literal: "En España ganan los comunistas", vocea el titular de su pieza en El Debate, que remata así: "De lo que se trata es de ser sectarios. Y, en la mejor tradición comunista, imponer la ideología por encima de los resultados concretos. Trotamos hacia el precipicio y en el Gobierno están encantados. No paramos".
Se ve que la idea corre por el aire acondicionado de la redacción del resucitado medio de la derecha católica porque Luis Ventoso casi calca lo de su compañero: "Nuestras anómalas tasas de paro son herencia de una legislación laboral inadecuada, a la que Sánchez pretende volver por orden de los comunistas".
Paso al columnero que más veces y con mayor delectación escribe la palabra comunista o algunas de sus variantes. Con ustedes, Francisco Marhuenda pronosticando el apocalipsis: "La reforma laboral que le gustaría al Partido Comunista de España y a Comisiones Obreras sería una catástrofe para la economía española. Es verdad que a los antisistema no les importa, porque viven instalados en su particular «guerra de tronos» para alcanzar el poder. Por ello, cuanto peor sea la situación, mejor para sus intereses partidistas. Es bueno recordar que su modelo es una economía dirigista basada en los tópicos de clase y el marxismo que siempre ha resultado un auténtico desastre".
¿Y hay motivo para temer el terror rojo? Lo que han leído da la impresión de que así es, pero la mayoría de los opinateros tienen otra tesis, la del timo de la estampita. Todo ha sido una cortina de humo que no irá a ninguna parte, escribe Pedro Narváez en La Razón: "Del palacio de la Moncloa salió ayer una sábana blanca como epitafio de la noche de Halloween, una nota fantasma que por no asustar no hizo temblar ni a Garamendi que un día quedó prendido del blanco Yolanda hasta que descubrió que el liguero mágico era rojo".
Si les ha parecido un poco rancia esa alusión a la vipresidenta segunda y ministra de Trabajo, sepan que han abundado las gracietas de ese pelo. Esto dice José Alejandro Vara de Yolanda Díaz en Vózpuli: "Igual acaricia la quijada granítica de Sánchez que le saca brillo a la despoblada azotea de Sordo ese inútil sindicalista valga la redundancia". Antes, mentando a su presunta rival, Vara había anotado: "Nadia Calviño, al igual que miss Davis, no es la guapa de la película. Ese papel le corresponde más bien a Díaz, su directa rival".
El editorialista de ABC también se acuerda de la vicepresidenta Calviño, aunque sea de refilón: "Y si en el empeño deja en un pésimo lugar a su vicepresidenta primera, Nadia Calviño, le da igual. Si Sánchez tumba definitivamente la reforma laboral, las consecuencias en el empleo serán letales. Y en ese caso, la propaganda ya le servirá de poco".
La teoría no coincide del todo con la del veterano José María Carrascal, que da por perdedoras en la lid a ambas presuntas contendientes: "En realidad, ambas han salido vencidas por su jefe, al haber sido engañadas, como veremos cuando la realidad se imponga a la ficción".
De vuelta a El Debate, que nos está suministrando abundante material, Mayte Alcaraz levanta la mano de Díaz: "Sánchez prefiere una mala cara de Nadia Calviño en el Consejo de Ministros que la sonrisa burlona de Díaz la noche electoral. La primera se resuelve con una remodelación-ejecución de las que le gustan a él y la segunda le lleva directamente a su casa de Pozuelo de Alarcón. No hay color". Suficiente por hoy.